Retiro voluntario y Conciliación Obligatoria son dos eufemismos que los representantes del mundo laboral, aquellos que defienden los intereses empresarios, verbalizan con un tono y una intencionalidad que está en el otro extremo de la solución racional que dicen querer encontrar para resolver un problema, que es El problema para cualquier trabajador: preservar su puesto de trabajo.
Ocurre que –como sucedió en el conflicto de Rock & Pop/ Splendid- cuando al eufemismo se agrega la mentira, los rasgos más detestables e inconfundibles de la impunidad y la más que sospechosa inmovilidad oficial, el panorama se contamina, se cubre de obstáculos y se reduce al mínimo la visibilidad de una salida favorable a los trabajadores.
En menos de dos años, que en Rock & Pop/Splendid es decir Szpolsky/Fenix Entertainment Group/ Rubinstein (¿?), más de 60 trabajadores (operadores, locutores, personal administrativo, de prensa) fueron víctimas del más crudo de los eufemismos. Retiros voluntarios y “arreglos personales” se montaban sobre el desgaste previo del pago en partes del salario, de la violación a los distintos convenios colectivos, de la falta de incentivo profesional, de los congelamientos, y surgían como la “salida” más adecuada, menos traumática, mientras se intentaba ocultar una política empresaria de feroz achicamiento, cuya responsabilidad se descargaba en el propietario anterior; aunque este no se alejara del grupo sino que pasara a ser un socio minoritario.
El último ataque patronal contuvo todos los ingredientes de la época: despido de 34 trabajadores anunciándole el pago de la mitad de la indemnización debido a la “crisis” de la empresa; declaración de la Conciliación Obligatoria por parte del Ministerio de Trabajo tras el reclamo de reincorporación efectuado por todos los trabajadores y las 4 organizaciones con representación en esas emisoras (AATRAC, SUTEP, SAL y UTPBA); violación de esa resolución por parte de la empresa al no dejar ingresar a los compañeros reincorporados; cambios de horarios del personal en medio de la Conciliación; absoluta quietud del Ministerio ante los reclamos de los gremios por los incumplimiento realizados por la empresa, no obligando a cumplir su propia resolución; groseras explicaciones administrativas de la cartera laboral para justificar que transcurridos los 15 días de la Conciliación y la extensión de 5 días hábiles más, no haya llegado el informe solicitado al Enacom respecto del nuevo grupo empresario que, en medio de la primer audiencia, dijo haberse hecho cargo de la mayoría accionaria (cuya primer medida fue despedir un porcentaje de trabajadores que viola la ley, ejemplo más que suficiente para cuestionar a los que dicen ser los “nuevos dueños”, sin que el órgano de control informara nada al respecto).
El miedo, la persecución, las apretadas, los cambios compulsivos (e ilegales) de horarios y turnos de trabajo, son la demostración de una conducta empresaria que trata de envolver ese salvajismo en una falaz “voluntad de diálogo”, incapaz de respetar una ley, la de Conciliación Obligatoria, en línea con su decisión de arrasar con derechos laborales, resabios de un tiempo superado. Ese en el que no había eufemismo que encubriera las categorías de explotador y explotado.