P- ¿Cuáles son las dificultades que estás atravesando en el plano personal, profesional o laboral en el marco de la pandemia?
R- La vida en pandemia no me afectó demasiado en lo personal, aunque los primeros meses, piloteando obstáculos, hayan sido de incertidumbre y por momentos desazón. Tuve la tranquilidad, a diferencia de muchos, de trabajar, de hacerlo desde mi casa y de contar con un espacio digno para soportar los meses de confinamiento.
Me obligó a intensificar mis conocimientos tecnológicos, a recrearme en mis tiempos libres, aprovechando para dibujar y pintar, un hobby de años. Pero también me obligó a un ejercicio más intenso de solidaridad, un eje de vida que siempre relaciono con la UTPBA.
P-¿Qué opinión te merece la falta de respuesta ante nuestro reclamo con respecto al Camping de UTPBA en Moreno?
R- No puedo opinar sin antes decir que allá por 1987, siendo parte de Departamento Pibes de la UTPBA, y junto a cientos de chicxs disfrutamos el predio, una Granja educativa en ese momento, que la UTPBA alquiló hasta que, con esfuerzo, llegaría la posibilidad de su compra. Y con más esfuerzo el lugar se transformó en un Centro Recreativo, con dos piletas de natación, vestuarios, quinchos, canchas de fútbol, voley y paddle, para miles afiliados.
Se harían las colonias de verano y de invierno.
Los campamentos y fogones.
Las olimpiadas deportivas.
Los eventos culturales.
Congresos y debates.
Se haría, se haría: se hizo. Hasta que comenzaron los ataques, los destrozos, los robos y ya no se pudo hacer lo que se hacía para disfrute de miles de afiliadxs y sus familias.
Se arreglaba y se reconstruía el lugar, un año, otro año y otro. Hasta que lograron su objetivo: robarnos, ya no las mesas, las sillas, el alambrado, las puertas, sino las 13 hectáreas.
No hay lugar para la confusión. El Centro Recreativo de Moreno fue destruido y luego usurpado con la complicidad del poder político. Reiteradas denuncias, sin respuestas antes y sin respuestas ahora, reiterados intentos de diálogo en vano; tanto el gobierno nacional, como el provincial, el municipal y la justicia miran para otro lado, negando su derecho a miles de trabajadoras/es de prensa. Más claro, echále agua.