Al hablar de la importancia de los medios de pequeño y mediano porte, vale señalar que las experiencias que se vienen haciendo en ese campo son muchas, variadas, heterogéneas, al mismo tiempo que crece el universo de una generación joven al servicio de estos medios, produciendo contenidos, recreando estéticas, sobreponiéndose a las fronteras del amateurismo, asociando sus iniciativas a proyectos de carácter social, educativo, cultural, político general y de derechos humanos entre otros.
La expansión de la tecnología de la comunicación, ha permitido que el recorrido de estos medios, en Latinoamérica, configure un mapa y que, por fuera del circuito tradicional, aporte a un diálogo distinto y alternativo, cuando no alterativo, respecto de los valores que predominan en la sociedad del consumo y el mercado.
“No hay democracia informativa sin democracia económica” no fue apenas una frase de la UTPBA. Esta definición de fondo de la UTPBA, lejos de interpretarse como una mera consigna, se trata hoy, como ayer, de asociar la idea de una comunicación libre y democrática con la lucha por una sociedad libre. De tal manera de poner en discusión la distribución de la riqueza. O lo que es lo mismo, dicho de otra manera, coloca la cuestión del poder como centro de disputa.
Estas experiencias, algunas vinculadas a intereses específicos de grupos sociales, otras con producción de contenidos más globales, o nacidas en respuesta a la agenda impuesta por las grandes corporaciones mediáticas, han estado ligadas mayoritariamente a las ideas que sustentaron los procesos de emancipación en la región que han tenido lugar en la década de los años 60 y que continúan hasta nuestros días.
Los jóvenes han sido y son protagonistas de diversas experiencias, adoptando distintas formas estéticas, modos de intervención y participación, de acuerdo a los contextos históricos que han signado dinámicas de confrontación y resistencia.
En nuestro país proliferaron muchas iniciativas en el plano de la comunicación alternativa, coincidentemente con un importante desarrollo dado en los últimos 15 años en países como Bolivia, Ecuador, Venezuela y Brasil.
Esto no es casualidad, ya que en la región los gobiernos de los países mencionados han dado un fuerte impulso a lo que llamamos “la otra comunicación”, la que busca representar los intereses de las grandes mayorías sociales.
Vale recordar algunos casos y datos paradigmáticos de la comunicación alternativa a lo largo de la historia y que enfrentaron diversas dictaduras, como por ejemplo las radios mineras de Bolivia de los años 40, Radio Rebelde en la Cuba pre revolucionaria, la comunicación popular en los 60 en Brasil, las radios comunitarias en Veracruz (México) y El Salvador. Muchos de estos sectores tomaron lo planteado por Lenin en relación al valor organizador de la prensa propia.
La lucha histórica por crear y defender esta comunicación, es justa, digna y profundamente humana. Más allá de las enormes diferencias económicas entre los multimedios mediáticos y la comunicación popular no debe perderse de vista que ésta, no por humilde en términos económicos, debe ser marginal en cuanto a su producción, contenido y estética. Por eso es necesario, imprescindible y saludable la capacitación y actualización permanente en el manejo y desarrollo de herramientas tendientes a lograr una mayor calidad de nuestros medios. La UTPBA, como ha hecho históricamente, desarrolla y lleva adelante capacitación para los compañeros que desde sus propios medios luchan, día a día, por una comunicación, una sociedad, y en definitiva, por un mundo más justo.
Por Leandro Torres (*)
(*) Periodista, Secretario de Organización de la UTPBA