Más de 77 millones de estadounidenses, desde Iowa hasta Maine, vivieron bajo alerta por una ola de calor considerada “peligrosa y prolongada” por el Servicio Meteorológico Nacional. Esta situación es responsable de la mayoría de las muertes relacionadas con el clima en el país.
En Nueva York, unas 350 personas mueren cada verano debido al calor, principalmente por complicaciones agravadas por altas temperaturas. El cambio climático está intensificando estas olas de calor, aumentando los riesgos para la salud como desmayos, mareos y deshidratación.
Las poblaciones más vulnerables incluyen a pacientes cardiovasculares, personas con enfermedades respiratorias, adultos mayores, mujeres embarazadas y recién nacidos. Es crucial implementar medidas urgentes para proteger a estas comunidades del impacto severo del calor extremo.