21 millones de mujeres, hombres y niños son víctimas del trabajo forzoso en todo el mundo, lo que les aporta a sus explotadores beneficios económicos ilícitos por 150 mil millones de dólares.
La explotación con fines sexuales sigue siendo la que acapara la mayor parte de este sórdido negocio, ya que comprende 100 mil de los 150 mil millones. Es decir que 2 de cada 3 dólares que produce la explotación mediante el trabajo forzoso los aporta el delito sexual.
Hombres, mujeres y niños siguen siendo engañados a diario y forzados a trabajar en condiciones laborales inhumanas, como la servidumbre por deudas, la prostitución y la explotación en trabajos domésticos.
Asia y el Océano Pacífico es la zona donde se concentra con creces el mayor número de trabajadores forzosos, unos 12 millones (56%) del total general, mientras que los países de Europa Central, Sudoriental y Oriental (sin incluir la UE) y la Comunidad de Estados Independientes (CEI) tienen la mayor tasa de prevalencia con 4,2 víctimas por cada 1.000 habitantes, de acuerdo a un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Las mafias de todo tipo son las que capitalizan este tipo de explotación, a la sombra de sistemas políticos y leyes que les garantizan impunidad para desarrollar su morboso plan de explotación.
La esclavitud constituye un grave abuso de los derechos humanos y un obstáculo importante para la justicia social. Es asimismo una afrenta a la humanidad y paralelamente uno de los negocios más lucrativos del mundo.