La problemática del calentamiento global continúa su ritmo sostenidamente y el 2018 se despidió como el cuarto año más cálido de los que se tiene registro.
El incesante aporte del ser humano que contribuye con las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero hizo que la temperatura media del aire en la superficie del mundo fuera el año pasado de 14.7 grados centígrados, apenas 0.2 menos que en el 2016, el más caluroso de todos hasta hoy.
Según el jefe del servicio de cambio climático Copernicus, Jean-Noël Thépaut, “Los eventos climáticos drásticos como el verano cálido y seco en gran parte de Europa o el aumento de la temperatura en las regiones árticas son señales alarmantes para todos nosotros”.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) sostiene: “Desde pautas meteorológicas cambiantes, que amenazan la producción de alimentos, hasta el aumento del nivel del mar, que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas, los efectos del cambio climático son de alcance mundial y de una escala sin precedentes. Si no se toman medidas drásticas desde hoy, será más difícil y costoso adaptarse a estos efectos en el futuro”.
El aumento de muertes por olas de calor, el incremento de desastres naturales como inundaciones y huracanes, y la modificación de la distribución de las enfermedades infecciosas son algunas de las consecuencias sanitarias que se advierten a escala global, provocadas por el calentamiento de la Tierra.