Entrevistó Gustavo Vargas (*).- Ángel Cappa tiene un largo recorrido en el fútbol, no sólo como jugador (jugó en Villa Mitre y Olimpo, ambos clubes de la ciudad de Bahía Blanca), sino como director técnico, analista agudo que busca siempre priorizar la esencia del juego en el camino al triunfo.
En esta entrevista, quién fuera entrenador de Banfield, Huracán, River y Gimnasia LP (Argentina), Las Palmas y Tenerife (España), Atlante (México), Universitario de Deportes y Universidad San Martín (Perú), y Mamelodi Sundowns (Sudáfrica), entre otros clubes, nos hace reflexionar acerca del estado del fútbol a nivel mundial, pero, sobre todo, nos invita a desmenuzar la etapa social en la cual se desarrolla este deporte.
– Vivimos una etapa de la sociedad donde han perdido peso ciertos valores. ¿Hasta qué punto el exitismo, la urgencia, la falta de paciencia y de proyectos, la pérdida de identidad atenta contra la belleza del fútbol?
– Para el sistema en que vivimos, el capitalismo, la belleza tiene solo el valor de adorno. No es una cuestión vital, como en realidad si lo es. Sólo sirve para adornar lo que “sirve”. Por lo tanto, la belleza del juego es tomada como algo superfluo y, en cierto sentido, innecesario. Y como la belleza del juego está unida a la calidad, resulta que ha disminuido, en general, la calidad del juego.
– Tenemos hoy algunos equipos y países con cierto cuidado por el proyecto y la estética del juego, por caso, el Barcelona de Guardiola, o la liga inglesa en su conjunto. Dicen algunos que sin estas bocanadas de aire fresco se caería la industria del fútbol, que es, además, uno de los negocios más importantes del mundo. ¿Por qué, en el contexto actual, existen aún estas experiencias saludables?
– Porque a pesar de intentarlo, el sistema no puede destruir totalmente el sentimiento de placer que significa jugar, y de sentir plenitud cuando el juego es bello. O sea, siguen saliendo jugadores a los que les gusta jugar, y gente que se siente representada por los equipos que juegan bien. Y surgen algunos entrenadores que respetan el fútbol y su historia.
– En tiempos de nuevas tecnologías y redes sociales, la comunicación hoy es más importante que el periodismo, pero ambas disciplinas no escapan al enorme aparato mediático mercantilista que empaña el espectáculo. ¿Qué rol juegan los periodistas/comunicadores? ¿Priorizan el juego, los espectadores u otros intereses?
– El periodismo ya no es tal. Es un mero negocio. En general, salvo excepciones, los periodistas solo buscan más clientes. Hace rato dejaron de analizar el juego para enfrascarse en lo turbio, lo anecdótico y exaltar tanto el éxito como la derrota al margen de los merecimientos. El que gana siempre tiene razón y el que pierde nunca.
– El azar, el error humano y la picardía, la pasión, a veces la injusticia, junto con la táctica y la estrategia son quizás las principales aristas del fútbol, pero con la llegada de la tecnología se fueron modificando. ¿Qué reflexión te merece la llegada del VAR, de los drones para entrenar, las redes sociales de los jugadores, la exagerada exposición en los medios?
– Pienso que todo eso daña al fútbol. El VAR complica a los árbitros en la aplicación del reglamento. Predomina un criterio tecnológico que muchas veces desplaza al criterio futbolístico. Los drones para entrenar son, además de una estupidez cara, absolutamente innecesarios. Hoy en día les han creado a los jóvenes la necesidad de exhibirse permanentemente y los futbolistas no son ajenos a hacer pública su vida íntima. Una aberración.
– A cinco meses del triunfo de Argentina contra Francia en Qatar 2022 ¿Qué sensación te despertó no sólo el equipo campeón, sino el proceso anterior? ¿Cuál es tu opinión respecto de las críticas previas a la Copa América, por ejemplo, cuando decían que Scaloni no estaba a la altura del desafío sin siquiera conocer su trabajo?
– Argentina en el mundial empezó mal, siguió regular y jugó bien cuando encontró finalmente el equipo, y muy bien en los momentos decisivos, sobre todo, en la final. Las críticas no suelen tener fundamentos, y el caso de Scaloni es un ejemplo. Después creen que lo arreglan todo pidiendo perdón. Lo peor es que nos estamos acostumbrando a que lo patético sea normal.
(*) Periodista. Secretario de Prensa de la UTPBA.
