27 mayo, 2022

Angela Pradelli: “El machismo estructura el mundo de una forma violenta”

Entrevistó Leticia Amato (*).- Angela Pradelli, autora de una frondosa y exquisita obra narrativa y poética, dentro de la que se cuentan, La respiración violenta del mundo (premiada por el People`s Literature Press de China), El sol detrás del limonero (2016), Un día entero (2008), El lugar del padre (2004), Las cosas ocultas (1996) entre otros, acaba de publicar su nuevo libro, Dos soldados.

Las voces en primera persona de Pietro Freschi, un soldado italiano que luchó en la Segunda Guerra Mundial y de Héctor Roldán, un soldado argentino que combatió en la Guerra de Malvinas, atraviesan en Dos soldados su tiempo y geografía para instalarnos contradicciones e interrogantes de estremecedora vigencia en nuestros días.

La mirada feminista del universo de la guerra está presente en este libro a través de poemas que abren y cierran cada testimonio, de autoras que han vivido, pensado y escrito la guerra, como Anna Swirszczynska, Wislawa Szymborska, Martha Gellhorn y Sofía Fedórchenko. 

En esta entrevista, Pradelli–también finalista del Premio Cervantes 2019- conversa acerca de la guerra, del arduo proceso de recolección de testimonios y del trabajo de escritura.

¿Dos soldados es un libro que habla sobre la guerra?

-Habla sobre la guerra contada desde el dolor de quienes dan sus testimonios. Los dos soldados narran sus experiencias en el escenario más cruel, el paisaje bélico, que es hondo en su perversidad porque pone a los soldados en lo más oscuro. Tienen que salvarse del hambre, del frío, de la enfermedad. El enemigo, en sus testimonios, ya no es solo el adversario declarado políticamente, puede ser alguien del propio bando, jefe o compañero.

Claro que también hay escenas luminosas de amistad, casi una hermandad entre dos que no se conocían antes. En el relato de los soldados están los hechos históricos, por supuesto, casi siempre se narra de manera cronológica, porque es más fácil de recordar. Sin embargo, ninguno de los personajes buscan contar solamente una verdad histórica. Hay algo más importante, y no sé si ellos fueron plenamente conscientes de ello, pero los dos avanzan en la cronología para definir sus propias pisadas en la guerra, su manera de vivirla, y el modo en que eligieron narrarla.

¿Por qué planteas que los que se narran son hechos del pasado pero también del presente?

-Si se hiciera foco en el tema de la guerra, podría percibirse con claridad que, casi a diario, surge esa presencia tanto de la guerra de Malvinas como de la Segunda Guerra Mundial. En los medios por ejemplo, noticias de un sótano en el que descubrieron cajas que contenían material de propaganda nazi; una bomba que no estalló y que encontraron cuando estaban construyendo una obra; restos de un submarino del que no tenían noticias; soldados de Malvinas que quieren regresar a las islas; familiares de soldados a los que les anuncian que sus hijos fueron finalmente identificados. Podría seguir listando. Por otra parte, las guerras nunca se terminan cuando se ordena la capitulación, el repliegue, etc. El veneno que destilan sigue corriendo por siempre y provocando mucho sufrimiento entre quienes estuvieron allí, y también en las familias de los soldados.

¿Cuáles son las representaciones sociales respecto a la guerra que a tu criterio continúan vigentes?

-La guerra es una expresión más exaltada del machismo, que es una ideología tan perversa que siempre manipuló todo y hasta logró barnizar los crímenes para que las sociedades los percibieran como valores heroicos. Una locura. Espero que recordemos siempre aquella plaza repleta de gente apoyando a Galtieri y vivándolo mientras él se agrandaba en el balcón. El machismo estructura el mundo de una forma violenta y no duda en perpetrar masacres para dar sus pasos y obtener sus ganancias. Por eso hay que trabajar cada día, en todo lugar, escuelas, universidades, oficinas, etc., por un mundo feminista. ¿Alguien puede imaginarse un consejo de mujeres declarando una guerra? Para mí eso sería imposible porque el centro de la ideología feminista tiene otros impulsos. El feminismo nace en contra de los perpetradores de la muerte.

En el texto, la voz en primera persona de los dos soldados fluye sin que se perciba casi ninguna intervención. ¿Cómo trabajaste este recurso que borra tus huellas para cederle la palabra a los testimoniantes?

-Me encontré con dos soldados cuyos testimonios eran muy ricos no sólo en relación con sus experiencias sino también con respecto al lenguaje en el cual habían preservado sus memorias.Es cierto, también eran muy diferentes entre sí. De Pietro Freschi, el soldado italiano, me deslumbró la manera de narrar. Era de la región de la Emilia Romagna, una zona del norte de Italia, de donde es mi familia paterna. Me vino a la memoria muchas tardes de infancia, jugando bajo la parra, oyendo de fondo a los amigos de mis abuelos que venían a visitarlos, todos inmigrantes italianos. Tienen un modo muy particular de narrar, recurren a largos silencios, avanzan por las historias sin estridencias pero saben detenerse y poner un acento seco en un diálogo. Pero cuando escuchaba a Pietro también me parecía estar escuchando a Chejov, con la intensidad de sus relatos lograda con poquísimos recursos. Héctor Roldán elige delicadamente las palabras para contar su historia, separa los episodios, se interesa especialmente por recuperar la verdad de los acontecimientos.

Ahora bien, cuando se escribe un testimonio, puede hacerse una desgravación y ya. Ese sería un camino, fiel si se quiere, pero engañoso al mismo tiempo. Contra lo que podamos suponer, la transcripción, aun la más fidedigna, y la reproducción no asegura que estemos cerca de la voz del testimoniante. Podemos incluso transcribir textualmente sus modismos, ser exactos en la transliteración, respetar por escrito su estilo oral, sin embargo, la voz puede escurrirse en el camino de la imitación.

En mi experiencia, la escritura tiene que construir una voz que capte el decir del hablante. Esa construcción no busca reproducir el vocabulario del testigo, sino entrar en el corazón de la semántica de quien nos está contando su historia, que es, sobre todo, su dolor.

Algo en Los dos soldados recuerda a La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska… ¿podemos decir que tu libro también se inscribe en el género non-ficción?

-Sí, podemos decirlo, claro. Un testimonio es de las escrituras más ricas y complejas que podría abarcarlo todo. Algunos lectores se refieren a Dos soldados como una novela, otros lo ubican en el género non-ficción. Más allá de cualquier clasificación, me honra que hayas asociado Dos soldados con La noche de Tlatelolco, por ese texto, por su autora, claro.


(*) Periodista. Secretaria de Asuntos Profesionales de la UTPBA. Miembro de la Secretaría de Juventud y Nuevas Tecnologías de la FELAP.

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