Dicho hasta el hartazgo: “Cuidemos especialmente a los adultos mayores, cuidemos al principal grupo de riesgo”. Pero un día, con los primeros fríos del otoño, las jubiladas/os quedaron a la intemperie al ir en masa a cobrar sus magras jubilaciones. Una masacre.
Ninguna previsión, ninguna. Nada de reglas de seguridad sanitaria y de asistencia a los más vulnerables. Un insulto a la vida.