19 mayo, 2016

La trampa de la normalidad

Entrevista a Leonor Silvestri

Por Valeria Tellechea

Un proceso de más de 100 días de hospitalización y encierro. Una condición poco usual. Letras y pensamientos que nacen de este proceso. Filosofía, biología, política y cuerpo que se encuentran en papel. Poeta, filósofa, ensayista y algunos vericuetos más, nos cuenta acerca de su nuevo libro Games of Crohn donde piensa cómo se reconfiguran los espacios de encierro desde la propia experiencia.

A partir de la pregunta de si Crohn es una enfermedad o una condición, ¿cómo actuó y actúa Crohn en tu cuerpo?

Pues afecta en todo sentido. Deleuze dice que una salud menos favorable favorece el pensar porque pensar es hacer contacto con la vida, y quien se siente cerca de la fragilidad y vulnerabilidad -que el capitalismo construye como temporarios- y en realidad son esenciales y ontológicos al cuerpo, se siente más cerca de la vida y sus proceso vitales. Yo al menos me siento así, más en contacto con los flujos vitales, sean cuales sean, porque no hay día que Crohn de algún modo se apersone a recordarme que de ahora y para siempre viajamos de a dos y somos una y la misma, soy un cuerpo crohn, y existo, potente y frágil, en una contradicción y ambigüedad inusitada y bella, aunque duela. Hay muchos tipos de crohnes. El mío actúa a su modo. Lo cierto es que no hay que confiarse y pensar, como hice yo, que con una simple dieta lo controlo. No hay que subestimarle ni tampoco temerle, simplemente ocuparse. Lo interesante que yo le encuentro es que su azar y su imprevisibilidad expone cuán probabilística e inductiva, cuasi milagrera y un poco chantapufi, es la medicina en la cual la gente cree como si fuera diosito o, aún más, porque es “objetiva”. Es menester desacralizarla e incluso objetarla, si es que vamos a sobrevivir en los espacios de encierro como la internación cuando nos toca. Al fin de cuentas ya Ann Fausto Sterling nos ha advertido de que la biología es política por eso está hecha a imagen y beneficio de la cultura androcéntrica.

¿Qué cambió?

En parte, extremó mi modo de relacionarme con la gente. No perder tiempo en pasiones tristes, no ir al ritmo que otras corporalidades imponen, asumir que la sociabilidad está envenenadísima y preferir la distancia. Devenir anciana antes de tiempo, lo cual no obsta que hoy, en unas horas voy a ir a rendir mi examen de cinturón del deporte de combate que practico. También cambió el cuerpo. Quedó más cortado, más amputado, no necesariamente aterradoramente peor. Y me proyectó a un mundo el cual era fundamental conocer, el mundo ya no de quienes se creen “diferentes” sino de quienes habitan los intersticios de la diferencia y la diversidad, les mutantes. Aquellas que sabemos la teoría en la carne, que conocemos los dispositivos médicos, discapacitantes, estatales, discriminadores, sociales, no por haberlos leído y querer ayudar a los demás -estoy siendo arpiamente irónica- sino porque los tenemos conectados a la carne y nos mantienen con vida. Me doy el lujo de ser, porque sobreviví en un mundo que se encarga de intentar hacerme desaparecer.

Haz dicho alguna vez que la escritura es tu forma de vida. En esta etapa, ¿qué te deja esta experiencia de escribir acerca de tu tránsito internada?

Pues creo que ante todo Crohn trajo lectura. No se palean 100 días de encierro días más días menos sin libros, sin novelas. Como leer supone escribir, terminé escribiendo el diario de mi internación al cual denominamos Games of Crohn y que sale publicado por la editorial de la cual formo parte, Milena Caserola, a cargo de Matías Reck, un gran amigo que siempre cree en mis locuras; donde otras personas se asustan, él redobla la apuesta. Escribir, como leer, me salvó de la demencia de la internación y verme conectada a máquinas. A medida que pasa el tiempo, me interno en aguas donde me encuentro con otras que antes que yo tuvieron un diagnóstico o una condición, aunque no necesitamos del aval institucional para saber que portamos una mutación. Por caso, hace 30 años, la corporación médica no tenía herramientas para identificar la mayoría de lo que llama EII (Enfermedades Inflamatorias Intestinales) como Crohn y te mandaba a morir al psicoanalista, te creían deprimida o histérica. Hasta el día de la fecha, los cuerpos con endometrio corren graves riesgos porque suelen pensar que lo que se denomina endometriosis se trata de depresiones o no saben diagnosticarla a tiempo. A lo que me refiero es que buena parte de la corporación médica considera que cualquier síntoma que venga en un cuerpo socialmente asignado como “mujer” o trans es considerado lisa y llanamente como “histeria”, ergo, subestiman nuestras esencias singulares, nuestros síntomas, y lo que nuestros cuerpos hablan, cuerpos que necesitan apoyos, terapéuticas, asistencias -en realidad como todos los cuerpos, pero a los nuestros se les nota más porque sus prótesis y asistencias no son socialmente aceptables- y las consideran lisa y llanamente problemas psicológicos. Todo un compendio de misoginia grave se podría hacer con lo que llamamos ciencia, el camino del progreso está pavimentado con la sangre de los cuerpos de lo que usualmente consideramos “mujer” mientras se tolera la discapacidad del machuno heterocis promedio que en general ha quedado regresivamente anclado en una edad madurativa no mayor a 16 años, incapaz de lavar, limpiar, cocinar o mantener su economía doméstica sin una asistencia; en el mejor de los casos paga, usualmente por amor, es decir, de una mujer que se lo haga. Sin embargo, eso no es considerado discapacidad, ¿verdad? Esto me lo enseñó una amiga y alumna, Sabrina Cartabia.

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Decís que todo lo que estudiaste, aprendiste y experimentaste acerca de las luchas de géneros y los feminismos te ayudó en este período. Desde este discurso biomédico ¿cómo es pensada para vos la (auto)percepción de los cuerpos discapacitados?

Yo no creo que haya cuerpos discapacitados, sino que viene un médico y el Estado que te dicen “vos sos discapacitadx”, como viene y te dice “sos mujer” o “sos varón” y produce unos efectos, en el caso de la discapacidad, discapacitantes. También creo que hay una existencia que se puede habitar alegremente llamada disca, donde vivo yo con otras. Somos todas esencias singulares, no hay cuerpo que no posea o no vaya a poseer algo que luego la corporación médica va a llamar “discapacidad” o tal vez “desorden”, “malformación”, “locura”. La salud es una idea hetero-cis blanca de una masculinidad hegemónica que no se sostiene a lo largo de toda una vida, porque ontológicamente el cuerpo (todos los cuerpos) son vulnerables y frágiles y, no obstante, quieren perseverar en su ser; y es en realidad el mundo el que enloquece y enferma; mundo no adaptado y sin ninguna gana de adaptarse a, es decir enriquecerse con, las singularidades socialmente denostadas. Sin ir más lejos, no salgo de mi asombro, el feminismo, en el 2016, recientemente, ha redactado nuevamente un proyecto de Ley por el derecho al aborto seguro, legal y gratuito, que incluye en el tema de las causales para recibir una interrupción de embarazo “malformación del feto”. En sí mismo, el tema de las causales significa entrar en las lógicas del Estado Nazión (con “z” de nazi) patriarcal y misógino, si tenemos que esperar a probar que nos violaron legalmente para acceder a un aborto es probable que el feto tenga 10 años para cuando podamos abortar. Asimismo, en el 2016 es impensable seguir hablando de mujer, en vez de cuerpo gestante (o ¿acaso se creen que los varones trans no gestan? Algunos sí, por cierto, y este tema fue ridiculizado en la plenaria sin mayores objeciones por parte de las presentes que le temen a las vacas sagradas del feminismo pro-aborto), como así también -y esta es mi mayor objeción- de malformación. Exijo que las feministas que redactaron ese proyecto de ley nos expliquen a las que como yo se nos dice habitualmente que somos “malformadas” por qué deberíamos ser una causal para interrumpir un embarazo. No me malinterpretes, sostengo y abogo para que abortar ocurra cada vez que una cuerpa lo desee, pero adhiero a un cierto feminismo, como el de Butler, Senaura Taylor o Johana Hedva y su teoría de la mujer enferma: además de ser transfeminista, contiene en sí mismo el trabajo anti-patriarcal por la desubjetivación y deconstrucción de las lógicas capacitistas, esas que hablan en términos de “malformación”. Es prioritario trabajar en pos de que todas las vidas valen la pena, incluso aquellas que la corporación médica llama o estima “malformadas”. No es de ciencia ficción pensar que algún día la corporación médica, con el beneplácito de todas las ciencias auxiliares como las políticas biológicas, encontrarán el gen “maricón loca”, “tira piedras insurreccional”, “puta y orgullosa”, “crohn” (conviene interiorizarse en el DSMV* que ya se está aplicando para entender a qué me refiero) y nos llamaran “malformadas”. El feminismo debería tal vez leer Un mundo feliz de Aldous Huxley y cesar de realizar el trabajo fino ya sea aviolicionista para la mafia estatal de los aparatos represivos; ya sea para la eugenesia heterocapitalista de un mundo de esclavos felices y contentos en pos de realizar una labor de bien o hacer el bien. Sé que mis dichos caerán fatal. Sin embargo, me cuesta creer que entre todas las presentes en los grupos participantes en la redacción de ese proyecto de ley y sus debates no hubo ninguna asistenta que fuera Down o madre de una persona Down, o con alguna condición física que podría ser llamada malformación. Los estudios culturales, de género y el feminismo me ha ayudado a disputar y dar mi lucha dentro y fuera del hospital, micropoliticamente; ahora viene a mi el anti-capacitismo de disca con orgullo a advertirme de los rasgos microfascistas de cierta ala de un feminismo bien pensante que quiere diezmar “malformaciones” y colocarlas como causas. Hay que tener una visión un poco más estratégica, nadie se hubiera imaginado que con la derogación de la tipificación misógina de “infanticidio” que solo criminalizaba a las mujeres un día, Romina Tejerina, producto de ese “gran logro” feminista, se iba a pasar 14 años a la sombra. Si la figura de infanticidio hubiera estado aún en nuestro código penal, Romina, en el peor de los casos hubiera estado simplemente condenada a 6, máximo. Lo cierto es que una infanticida, por misógino que suene, tenía una condena mucho menor que una homicida agravado por vínculo. Lo que intento decir es que hay que tener mucho cuidado con los deseos que una proyecta, porque el tiro sale por la culata, y los deseos producen formas, muchas de esas jurídicas, cuyos efectos se hacen tangibles en la realidad. Es un error de una gravedad insoslayable sostener la idea de “malformación” no en términos del bien o el mal, porque tal vez podamos derribar el capitalismo a fuerza de dejarnos caer, y las que más nos caemos somos, como dice Hedva, quienes no nos podemos levantar de la cama, y somos onerosas para el Estado y no podemos sumarnos a las filas de reclutamiento de ciudadanxs de bien.

¿Qué significa ser disca?

Ser disca significa abandonar las filas de los que van a trabajar alegremente e incrementan las arcas del progreso que destruye todo lo que existe sobre la faz del planeta. Hay que insistir en contra de sus lógicas y tender redes de apoyo, cuidado y amorosidad con todas las que necesitamos asistencias, que somos, en realidad, todas, solo que algunas o no se dan cuenta, o no lo quieren ver, o no desean serlo. No hay que impulsarse hacia la normalidad, es una trampa. Sino hacia la cotidianidad, que ser disca sea algo común, frecuente, no una desviación a erradicar. Crear cooperativas de trabajo disca y encontrar belleza a proteger y conservar en esos cuerpos que suelen ser considerados “deformados”.

Para seguir viviendo, ¿ya estás trabajando en otro libro?

¡Si! Estoy trabajando en varios, que aún no tienen ni forma ni nombre pero que será una colección llamada Carina Olga sobre Spinoza y la filosofía de la antigüedad. También es mi intención escribir una novela sobre el abuso sexual. Y este año 2016, además de Games of Crohn, diario de una internación, publicamos Un país extranjero, un libro de poemas escrito en Irlanda en el 2007 en Argentina por el sello Ludwig y en Chile por Venérea y en París, la tetralogía de poemas La guerra en curso por el sello No es Nada (esta última se puede encargar en Amazon en cualquier parte de este planeta).

Ph: Florencia Di Tullio

*Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

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