7 mayo, 2019

Los asesinos de siempre atacan Venezuela

Por Juan Carlos Camaño (*).- La comunidad política internacional hasta no hace mucho tiempo coincidía -con sus más y sus menos- en una serie de caracterizaciones acerca de Donald Trump.

Mayoritariamente, hasta ayer nomás, se decía que el presidente de EE.UU. expresaba a la derecha y a la ultraderecha de su país y que en su trato con el resto del mundo recreaba concepciones reaccionarias e imperialistas, ajenas a la globalización y a una realidad planetaria de índole multipolar.

Se decía –se dice- que Trump tiene un carácter despótico y que hacía y hace alarde de su “posición dominante”: casi como un calco del histórico comportamiento del Pentágono y de otros factores de poder yanqui, convencidos, todos, de ser dueños del mundo.

Ese Trump, el mismo Trump, es quien ahora lidera los ataques contra millones de venezolanas y venezolanos y el presidente Nicolás Maduro. Y muchos de aquellos que fueran sus críticos, detractores, hoy van a la zaga del “reaccionario”, “imperialista”, “déspota”, “arrogante”, “xenófobo”. Otros, por razones electorales, hacen silencio. Un silencio hipócrita.

Entre los seguidores de Trump se encuentran Francia y Alemania, potencias que dicen proponerse la creación de “otra” OTAN, para dejar de ser arrastrados a los conflictos bélicos diseñados por la Casa Blanca y el Complejo Industrial Militar de EE.UU.

Venezuela es la primera reserva mundial de petróleo y uno de los diez principales países con reservas de gas. Como es sabido, esa es la razón esencial por la cual EE.UU. prepara el asalto a la patria de Simón Bolívar y Hugo Chávez. De ahí que todos los días los asesinos de siempre agregan un poco más de leña a la caldera de la maquinaria imperialista.

Desde hace años Venezuela es estrangulada por EE.UU., y sus alcahuetes, en el comercio internacional. Hoy los mismos que le impiden comprar medicamentos, alimentos e insumos, se desgañitan clamando por “ayuda humanitaria”: una burda maniobra con la que se pretende quebrar las líneas de defensa de la soberanía nacional.

A EE.UU. le importa un comino la democracia y la libertad: una y la otra fueron siempre gigantescas pantallas detrás de las cuales intentó disimular sus invasiones genocidas para seguir “brillando” -según su propia Biblia- en lo alto de la colina. (**)

(*) Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.

(**) “Cualquier fortaleza situada en lo alto de una colina está sola por definición y proyecta una sombra amenazadora sobre todo lo que se extiende a sus píes. Si Estados Unidos se convierte en algo así, acabará siendo el blanco central del odio global…”

“Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. (…) Hagan brillar su luz delante de todos para que ellos puedan ver sus buenas Obras”. Mateo 5,14-16

Del libro “El dilema de EE.UU. ¿Dominación global o liderazgo global?” de Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional durante la presidencia de Jimmy Carter.

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Por Tubal Páez Hernández.

Periodista cubano. Presidente de Honor de la UPEC) y de la FELAP.
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