23 agosto, 2018

Sálvese quien pueda, o cómo el capitalismo nos pasa por arriba

Por Guido Fernández Parmo (*).- 

Las muertes

A veces nos preguntamos cómo hemos llegado a la situación en la que estamos. Un día nos levantamos y nos damos cuenta de que no nos gusta la vida que tenemos y que ya ni nos acordamos cómo llegamos a ella. Esto nos puede pasar con una pareja, un trabajo o con nuestro propio país. La capacidad de olvido es una cosa diabólica que elimina el tiempo de nuestras vidas y nos empasta en un presente que huele mal.

La explosión en la escuela nº 49 de Moreno que provocó dos muertes, la de Sandra Calamano y la de Rubén Rodríguez, ha revelado pecados inconfesables, el primero de ellos y el más importante, el original, es el abandono por parte del Estado durante años. Ahora parece que sólo el 10% de las Escuelas del distrito tiene el gas habilitado. Y la cuenta todavía no se ha hecho acerca de paredes electrificadas, pozos ciegos desbordados, paredes y techos a punto de derrumbarse, patios que son baldíos, cables pelados colgando, aulas en donde no se puede respirar por la humedad, escuelas en donde los cursos se turnan por días para asistir a la escuela porque las aulas no alcanzan, mampostería que se cae, estufas que no funcionan, baños clausurados y eternamente inundados, persianas rotas que impiden que entre luz natural, etc.

Al comienzo de este año, en un profesorado del mismo distrito, los preceptores les pedían a los estudiantes ingresantes que trajeran hojas A4, clips, gomas de borrar, algún resaltador y algún lápiz negro, biromes de las más baratas, para que ellos pudieran trabajar.

El presupuesto no daba ni para una goma.

 

Las palabras

Se habla de Estado ausente. Ausente para el pueblo, hoy y ayer. A nadie se le escapa que el estado de las instituciones escolares no tiene sólo unos años. Hoy nos ha llegado el agua al techo con dirigentes de sangre fría, pero el abandono tiene décadas. Que el Estado neoliberal está ausente es chocolate por la noticia. Pero, ¿deberíamos hablar de un Estado benefactor ausente, cometiendo tal vez una contradicción dolorosa para muchos? El modelo Benefactor y Neoliberal son plantas del mismo jardín. Y si alguno no está de acuerdo que busque otra explicación distinta al deterioro material en el que vivimos.

Se habla del neoliberalismo. Podemos pensar que desde el Consenso de Washington se ha querido imponer en Latinoamérica nuevas relaciones entre el Estado y el pueblo. Pero esto es apenas una estrategia de una vieja historia. No debemos olvidar que se trata de un neo-liberalismo, es decir, una nueva versión, actualizada, de algo muy viejo.

 

Los liberales

Desde sus comienzos, el liberalismo ha sido la ideología del capitalismo, su concepción del mundo. Allí se creó la idea de un individuo definido por su vida privada, separado del resto, como la propiedad privada se separaba por cercos y alambres. El Estado no debía meterse ni en una ni en la otra. El Estado, para nada ausente, debía ser el gendarme. Sólo el individuo era responsable del individuo.

Ante el problema de la pobreza, el Estado no debía intervenir.

La historia es larga, pero alcanzan tres pasos para recorrerla:

 

  1. XVII: John Locke: sobre los pobres decía: hay “que suprimir a esos zánganos mendicantes, que viven del trabajo de otros”. El individuo no debe depender ni de otro individuo ni del Estado. Cada uno está echado a su suerte en esta “aventura personal” que consiste vivir en el capitalismo.

 

  1. XIX: Herbert Spencer: sobre los pobres que llenaban las ciudades: “«No tienen trabajo», se me dirá. Dígase más bien que o rehúsan trabajar o se hacen despedir inmediatamente por aquellos que los emplean… No son otra cosa que parásitos de la sociedad, que de un modo u otro viven a expensas de los que trabajan… toda criatura incapaz de bastarse a sí misma debe perecer”.

 

  1. XX (1978): Rockefeller y Martínez de Hoz: “Siento gran respeto y admiración por Martínez de Hoz. Esto proviene no sólo de una larga amistad entre nosotros, a pesar de las distancias geográficas que nos separan, sino de la creatividad y rigor de su desempeño en el plano económico. […] Pocos como él tuvieron la valentía de informar en Estados Unidos que el problema de Argentina anterior a su gestión radicaba en la promoción de una excesiva intervención estatal en la economía y en el sobre dimensionamiento de las funciones del Estado, que indebidamente ponían sobre las espaldas del país el costo social de la acción”

 

Los responsables

El responsable de esto es el capitalismo. Y si a alguno le parece medio abstracto, entonces: el Estado que funciona como su instrumento para regular y controlar los flujos económicos (hacia dónde va o no el dinero) y las poblaciones (quiénes viven de manera segura y quiénes no). Y si sigue siendo abstracto: los funcionarios que lo controlan.

Liberalismo, neoliberalismo, se trata de una larga historia. Y ahora se pretende hacer a los individuos responsables, peor, culpables. De incoherentes no se los puede acusar. Aquí mata el capitalismo y sus secuaces de variados disfraces que definen quiénes tienen aseguradas sus vidas y quiénes no. Los culpables del poder siempre hacen lo mismo: miran para otro lado, o peor, se aprovechan de las desgracias para seguir jugando a la politiquería, a su sucio jueguito por el poder.

Ante el crimen que el Destino le había impuesto, Edipo se arrancó los ojos.

Aquí, unos y otros se echan culpas. Porque es el mismo Estado que le da un baldío como patio a una escuela y una cancha de hándbol a otra, un baño con papel higiénico y limpieza a unos y un baño tapado sin jabón a otros. Porque lo que nadie quiere decir, por vergüenza o por tibieza, es que el Estado, en sus distintas versiones, ha logrado mantener la misma división clasista en las escuelas: escuelas para ricos y escuelas para pobres.

Esto no es nuevo. Lo primero que debemos hacer es no olvidar.

(*) Profesor de filosofía. Secretario de Cultura y Deportes de la UTPBA

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