29 diciembre, 2020

Yamandú Cardozo de Agarrate Catalina

Por Daniela Dicipio (*).- Yamandú Cardozo, líder y letrista de la reconocida murga uruguaya Agarrate Catalina, nos cuenta cómo fue el regreso al escenario el pasado fin de semana en el emblemático Auditorio del Sodre –en Montevideo-, y reflexiona sobre el momento actual que vive la sociedad en el marco de la pandemia. 

-Contanos como nació Agarrate Catalina.

– Nace como una necesidad de juego. Que a su vez nos reveló algo más de fondo: jugar a ser murga. También desde el amor por el género de un grupo de jóvenes que habían aprendido a mirar desde abajo del tablado. Nace desde la necesidad de comunicarnos con la gente a través de lo colectivo. Nunca sospechamos que ese juego –colectivo y cooperativo-  iba a cambiar nuestra vida para siempre desde abril del 2001 hasta hoy.

-¿Cómo les afectó la pandemia en término de grupo?

-Muchísimo, porque somos un colectivo cooperativo. Somos mucho más que una murga, dicho con humildad. No tenemos la manera tradicional de organizarse de las murgas. No somos más que nadie, pero los grupos se arman y desarman para la el carnaval, y después cada integrante vuelve a su vida.

Nosotros convivimos hace un montón. Sin parar de tocar y cantar. Nunca le dejamos mucho tiempo al hombre civil. La actividad que nos gusta y nuclea fundamentalmente es cantar, tocar y girar. Somos movedizos, y esto nos obligó a quedarnos en casa. A no juntarnos primero y después, cuando pudimos, a no movernos.

También nos golpeó desde lo moral. Esta murga es una cooperativa que tiene muchos compañeros/as que viven de su arte como principal sustento, y viven para el arte. Fue bastante complicado. Estamos legalizados a nivel impositivo. Creo que somos la única murga que tiene sus aportes. Eso nos permite -por una ley del gobierno del Frente Amplio- tener beneficios y obligaciones, todo en blanco y pagar seguridad social, cosa que nos permitiría tener una jubilación magra, pero de artista, que es muy dignificante.

Nos permitió entrar al seguro de paro y con eso, más canastas que conseguimos mangueando sponsors, sobrevivimos el año que nos tocó con 9 meses de inactividad. En lo personal -siempre recordando sin mortificarme que hay un montón de compatriotas de la Patria Grande que no tienen mi suerte, que soy un artista popular y un jornalero del arte- tuve el privilegio de pagar el alquiler y tener comida.

-¿Cuál es el objetivo de sus letras y canciones?

– Las canciones las escribimos con Tabaré. Compartimos el parecer, pero en este caso voy a hablar por mí. El objetivo fundamental de mis canciones es que sean un puente que conecte y junte con la parte más desinteresada del otro. Obviamente intento que gusten, emocionen y sacudan. Y siendo un poquito más egoísta, que me dejen menos solo.

Ese acercamiento no siempre tiene que venir de la mano de la coincidencia total. Hay puentes que tienen que ver con la discusión, que son directos e inmediatos. Desde el amor, la dulzura, la lindura y el gusto. Otros son desde una primera incomodidad. Hago canciones para ser mostradas que intentan no dejar ningún mensaje vertical, intentan cuestionar, acercar, juntar y zafarse de la pseudo-pedagogía parada arriba de un banquito.

 -¿Cómo les repercute a nivel artístico el cambio de rumbo y de gobierno en Uruguay?

-Soy una persona privilegiada porque me dedico a trabajar con el arte desde lo colectivo, y a vivir de eso. Es mi manera de ser rico. En mi caso no repercute mucho. Voy a seguir haciendo canciones críticas, con ojo agudizado y satélites alertas.

Intuyo firmemente que quienes están ahora en el gobierno, siendo Uruguay un país muy republicano por suerte -o que se jacta de eso- no están tan interesados en lo cultural. No les tengo mucha fe a sus medidas. Capaz que soy prejuicioso e injusto, pero es lo que me parece. Me da un poco de miedo que hay un montón de artistas que no son parte de la cultura formal, académica o de gala que pueden quedarse abajo de oportunidades.

Entiendo que aún, luego de tres periodos de gobierno de izquierda, faltó un montón de construcción en cuanto a políticas culturales, pero hubo unos primeros pasos, avances y señales muy claras de hacia dónde se quería ir.

No tengo la misma fe en estos cinco años que empezamos a transitar. A mí, a la murga como colectivo no le cambia, más allá de que tengamos más o menos oportunidades. La Catalina no es el brazo de ningún gobierno y es completamente independiente de cualquier partido político, pero eso no significa que no sea muy comprometida con la política en nuestro país. Nos cambia como ciudadanos y ciudadanas.

-¿Qué pensas que cambió a nivel social con la pandemia?

-Me da mucha bronca el negocio que se desató detrás de todo. Los tiempos de crisis son claramente oportunidades para las mecánicas rapaces. Me da mucha bronca y tristeza que los pobres son los que más empobrecidos van a salir de esto, y que quién hoy está a cargo de mi país no le ponga tanta ficha a la contención social. Tengo muy poca esperanza nuestra propia especie, y no creo que vayamos a aprender un carajo de esto.

Nos emocionamos aplaudiendo a la gente que trabaja en la salud y a la semana siguiente la echábamos de nuestro edificio para que no nos contagien. Todo el relato épico de la sociedad renaciendo más saludable no nos va a pasar ahora.

Tengo una visión bastante pesimista. Se nos va a instalar una nueva normalidad que no va a diferir mucho de la antigua y en la que oh casualidad van a ser perjudicados los mismos sectores de siempre y privilegiados los mismos sectores de siempre. Nos van a volver a distraer con otros espejitos de colores y, habiendo tenido la chance de ver cómo está organizado este mundo en base a las desigualdades asombrosas que sostienen a los ricos, no vamos a cambiar nada.

Igualmente hay que redoblar los esfuerzos desde donde sea, y no bajar los brazos, no derrotarse y seguir cantando, haciendo, seguir apostando a la defensa de la utopía, de la alegría, esperanza y del cambio. Aunque no nos vaya a pasar mágicamente.

-¿Cómo fue tocar con gente de nuevo y cuáles son los planes futuros?

– Fabuloso. El Sodre que es un lugar increíble. Tocar en vivo, presencial, intentando adivinar qué pasaba debajo de los barbijos…. Leer la emoción solamente en los ojos, a distancia, con la gente separada fue muy removedor. También saber que había un montón de gente viéndonos en otra parte del mundo fue emocionante. 

Los planes a futuro son ver cómo seguimos. En Uruguay parece que volveremos atrás en cuanto a ciertas medidas restrictivas, y mientras sea para cuidar la salud, para ser responsables y solidarios/as lo haremos. Nos reinventaremos para seguir estando cerca de la gente de la manera que sea.

(*) Periodista. Pro Secretaria de Organización de la UTPBA.

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