P- ¿Cuáles son las dificultades que estás atravesando en el plano personal, profesional o laboral en el marco de la pandemia?
R- Primero fue el asombro y después el miedo, y poco a poco aprendí a cuidarme y a cuidar; a dolerme y también a recuperar la sonrisa. No me resulta fácil sentir tan cerca el riesgo propio y el de los que amo.
Trabajar en clave virtual no me complica demasiado, porque veníamos entrando en la experiencia ya en tiempos pre pandémicos y desde marzo 2020, la clave fue que con cada grupo de trabajo construimos estrategias para laburar y sobre todo para fortalecernos emocionalmente.
No es como en el aula claro está, ni como caminar los pasillos de la facultad ni como los encuentros en el café. Pero, de todos modos, el pacto es celebrar la vida cada día.
Claro que sí, extraño mis rituales de profe trashumante, las mateadas con les estudiantes, las cervecitas del final del día con les colegas y los horizontes con amaneceres/anocheceres que tanto disfruté en cada partida/regreso rumbo a Tandil, MDQ, Paraná y las vueltas a casa.
Los ritmos del tiempo sí que son otros, pero todavía no me doy del todo cuenta que es el tiempo ahora.
P-¿Qué opinión te merece la falta de respuesta ante nuestro reclamo con respecto al predio de UTPBA en Moreno?
R- Respecto al predio de Moreno se me ocurre sintetizar lo que creo, con un sabio decir popular “el que calla otorga”, y agregaría que también es cómplice.