Por Beto Almeida (*), desde Brasilia.- Un 3 de octubre, hace 90 años, una insurrección armada basada en la unidad cívico-militar, con amplio apoyo popular desde Porto Alegre hasta llegar al Rio de Janeiro, llevó a Getulio al liderazgo del gobierno, dando inicio al más importante proceso de transformaciones sociales estructurales vivido por Brasil, y que hoy está siendo demolido por fuerzas anti-nacionales, teleguiadas desde Estados Unidos.
Los primeros actos de Vargas fueron, liberar a todos los presos políticos, inclusive a Luiz Carlos Prestes y toda la comandancia de la Coluna en Mina Gerais, liberar a todos los tenentistas revoltosos, y fundar el Ministerio de la Educación y el de Trabajo. El mensaje era claro sobre lo que guiaba Getulio y su movimiento cívico-militar.
Ya en 1932, el gobierno provisorio anula todas
las concesiones para la exploración de petróleo de la Amazonia, que
beneficiaban la Standard Oil, habilita el voto femenino – que en Francia fue
legalizado en 1946 – y legaliza los sindicatos y el derecho de huelga.
En continuidad, convoca una Asamblea Nacional Constituyente, que, además del
voto de las mujeres por primera vez, contaba con el voto sindical, para elegir
diputados obreros. La nueva Constitución decide nacionalizar progresivamente a
los bancos, crear el monopolio estatal de seguros y reaseguros, crea el salario mínimo y los derechos laborales
como la jornada de 8 horas, descanso semanal, etc. La burguesía estaba furiosa.
Desconfiado de los montos de la deuda
pública, Getulio Vargas decide suspender el pago y organiza una auditoria de la
divisa, donde se descubrirán varios fraudes y papeles inventados, con el que la
deuda se redujo a la mitad, siendo que el gobierno determinó que sólo pagaría
cuando terminara de realizar los programas sociales para los más pobres.
Era un enfrentamiento abierto contra los banqueros ingleses que dominaban desde
el Imperio, a partir de la Guerra al Paraguay, hasta la Revolución de 1930.
Eso bastó para que se iniciara una suerte de sabotaje contra Vargas, al comenzar por una supuesta Revolución Constitucionalista, de la oligarquía paulista, con el apoyo de Inglaterra, quienes tomaron las armas contra Vargas.
Fue una guerra que duró 6 meses. La clase obrera paulista, para apoyar Vargas, fabricaba granadas que no explotaban porque tenían arena adentro. Vargas venció, otra vez por las armas.
En 1935, Luiz Carlos Prestes organiza
un movimiento militar para tumbar Vargas por las armas, contando con la participación
de Rodolfo Gioldi, secretario del Comité para la América del Sur, fracasando en
pocas horas, ya que no tenía apoyo popular alguno.
Situación de la que fuera advertido Prestes por sus propios compañeros. Sobran los registros.
A pesar del fracaso del movimiento militar, éste despertó una tremenda ola anti-comunista, que hasta hoy es utilizada por Bolsonaro y toda la derecha. Pero aún así, Vargas no cedió a la presión para condenar a Prestes y los líderes del alzamiento con la muerte. Incluso liberó Rodolfo Gioldi de la prisión, impidiendo que fuera condenado por la justicia brasileña.
Esa ola anti – comunista debilitó enormemente a Vargas y fortaleció a los derechistas dentro y fuera del gobierno, y en 1937, los fascistas intentan un golpe de estado contra el presidente que se defiende (junto a su familia) con armas en la mano, ya que el palacio presidencial fue invadido por los Integralistas, simpatizantes a la Alemania nazi.
En ese mismo año, previendo que los
fascistas organizaban un golpe para instalar un gobierno favorable a Alemania,
Getulio hace su propio golpe e instala el Estado Nuevo. Un régimen autoritario,
sin duda alguna, tal como ocurría en otros países que también suspendían el
Estado de Derecho Democrático, como Inglaterra y Estados Unidos. Mientras Churchil y Roosevelt suspendían
las elecciones, en Estados Unidos se implantaban campos de concentración para
japoneses, para Getulio no había perdón.
Esto responde a que durante el Estado Nuevo, Getulio hizo las principales
medidas de estatizaciones y de expansión de los derechos laborales. Crea la estatal Vale del Rio Doce, que se
transformará después en la mayor minera del mundo, hasta ser privatizada a
precios negativos por Fernando Henrique Cardoso.
Getulio también creó la Compañía Siderúrgica Nacional, base de la
industrialización del país, negociando con los Estados Unidos, a cambio de permitir
la instalación de bases militares estadunidenses en el Nordeste de Brasil,
durante la Segunda Guerra.
Asimismo, en el mismo periodo, se creó la seguridad social pública y gratuita,
la licencia por maternidad, la libreta de depósitos de trabajo, derecho de
vacaciones; se fortalece el salario mínimo, se crea el Estatuto de los
cañaverales de azúcar, con el derecho legal a la sindicalización del campesino,
y se dio continuidad a la Auditoria de la Deuda Externa.
También se rompieron relaciones con Alemania,
retomado el vínculo con la URSS, bajo aplausos de Prestes, todavía en la
cárcel, ya que sólo será liberado por Getulio en 1945.
A pesar de la resistencia de Estados Unidos, consiguió la devolución de las bases militares en el Nordeste. Si no fuera así, Brasil tendría hoy su Guantánamo.
Con el final de la Guerra, los
militares brasileños que vienen de Europa, sufren una fuerte influencia de Estados
Unidos y voltean a Getulio en noviembre de 1945.
Vargas se retira para la pampa gaucha, pero al año siguiente apoya un candidato,
Eurico Dutra, con la finalidad de derrotar al candidato de Estados Unidos.
Dutra gana con el apoyo de Vargas, pero hace un gobierno liberal, contra la
política de Getulio, que, en 1950 vuelve en los brazos del Pueblo, elegido con
una votación aplastante sobre el candidato pro yanqui.
En el segundo gobierno, Vargas sigue
creando las bases estratégicas para que Brasil siguiera industrializándose con
empresas estatales como la Petrobras, la Eletrobras, el Programa Nuclear
Brasileño, aumenta el salario mínimo en un 100 por ciento y rechaza la presión
de Estados Unidos para enviar tropas para la Guerra de Corea.
La industria brasileña crecía a 12 por
ciento al año – más que a China hoy – y se iniciaron nuevos sabotajes para
impedir la continuidad de las conquistas de la Revolución del 30.
Getulio es víctima de una agresiva campaña
mediática acusándolo de corrupción. Mueren oficiales militares en distintos
atentados y culpan al presidente, mientras aviones de la Aeronáutica hacían
vuelos amenazantes sobre el Palacio Presidencial, exigiendo su renuncia.
El 24 de agosto de 1954, en la
madrugada, en una tensa y dramática reunión ministerial, Getulio consulta a sus
ministros sobre cómo solucionar la crisis. Tancredo Neves, su ministro de
Justicia, desconcertado por Leonel Brizola, propone a Getulio: “Presidente
convoque a la Villa Militar donde tiene apoyo. Convoque a los trabajadores y
distribuya armas, porque fue así, con un movimiento armado, que llegamos hasta
acá en 1930”.
Getulio prefirió un tiro en su propio corazón, generando un levantamiento de
masas impresionante, una conmoción jamás vista, que derrotó el golpe de la
derecha y mantuvo todas las conquistas de la Revolución del 30.
Hoy, Bolsonaro, como otro verdugo de
Vargas, sigue a Fernando Henrique Cardoso y pretende demoler todo lo que ha
hecho por Getulio. Eliminó la seguridad social pública y gratuita, está
demoliendo Petrobras y quiere vender Eletrobras y Correos. Extinguió el Ministerio
del Trabajo, primera medida de Vargas.
Así las cosas, si este pueblo no se alza por Brasil retornará a la condición colonial que tenía antes del 3 de octubre de 1930.
(*) Periodista. Director de la TV Ciudad Libre de Brasilia.