3 noviembre, 2016

A 66 años de una gesta histórica

El viernes 3 de noviembre de 1950 el deporte argentino dio una de las notas más resonantes, incluso hasta la actualidad. En el estadio Luna Park el seleccionado nacional de básquetbol se quedó con el primer mundial de la categoría, al vencer nada más ni nada menos que a los Estados Unidos por 64 a 50 y se convirtió así en el primer deporte colectivo de nuestro país en obtener un título mundial.

El equipo, dirigido por Jorge Canavesi, tuvo en Oscar Furlong a su figura más descollante, quien terminó dentro del quinteto ideal de la competición junto a su compatriota Ricardo Primitivo González, el chileno Rufino Bernedo –goleador del torneo con 86 tantos-, el español Álvaro Salvadores y el estadounidense John Stanich.

De aquellos campeones mundiales, aún viven los mencionados González (capitán del equipo) y Furlong, Rubén Menini, Omar Monza, Jorge Nure, Ignacio Poletti, Juan C. Uder, Pedro Bustos, el D.T. Canavesi y el kinesiólogo Lorenzo Morandi y Yamil Kasis. Mientras que los que fallecieron  son: Hugo Del Vecchio, Leopoldo Contarbio, Vito Liva, Roberto Viau, Raúl Pérez Varela, Osvaldo Venturi, Alberto López y Alberto Lozano.

Las otras selecciones participantes del mundial fueron Chile, Perú, Ecuador y Estados Unidos por América, Francia, Yugoslavia y España por Europa y Egipto fue el único representante Africano (aunque era el campeón europeo vigente).

Los plazas que ocuparon Yugoslavia y Perú les pertenecían originalmente a Italia y Uruguay respectivamente, pero los italianos no viajaron por cuestiones económicas y los rioplatenses por problemas de visado.

Algunos datos curiosos del certamen fueron por ejemplo que el yugoslavo Nebojša Popović fue jugador y entrenador de su equipo y anotó en la derrota ante Perú (27-33) el primer punto en la historia de los mundiales. De ese equipo balcánico formó parte Boris Stankovic, años después secretario general de la FIBA. En tanto España cosechó sólo una victoria (2-0) y fue casualmente ante los yugoslavos, quienes en señal de protesta por el régimen franquista que gobernaba a los ibéricos se negaron a disputar el encuentro.

La selección nacional debutó en la segunda fase con un triunfo por 56 a 40 ante Francia, con 14 puntos de Leopoldo “Pichón” Contarbio, 13 de González y 12 de Furlong.

En la fase final remontó una desventaja de 12 puntos ante Brasil para imponerse 40 a 35, luego superó a Chile 62-41, nuevamente a Francia (66-41) y a Egipto por un aplastante 68-33, siendo este último resultado el de mayor diferencia y goleo de un equipo en la competición.

A esa altura lo de Argentina dejaba de ser sorpresa. Sólo se interponía en el camino hacia el título del mundo Estados Unidos. Los norteamericanos, que fueron representados por el equipo Denver Chevrolets, campeón vigente de la Amateur Athletic Union, también habían vencido en los cuatro partidos previos pero de forma más ajustada en tres de ellos, a Chile, Egipto y Brasil por menos de cinco puntos, y sólo con comodidad ante Francia (48-33).

La final, ante unos 22 mil espectadores, se disputó en el mítico estadio de Corrientes y Bouchard con arbitraje del italiano Gualterio Follati y el suizo Marcel Pfeuti. El encuentro fue áspero y friccionado. La primera mitad se jugó con una pelota de cuero y en la segunda parte, con una de material sintético que en la previa habían solicitado los estadounidenses.

Al medio tiempo Argentina ganaba por seis (30-24) y a pesar de los embates de los norteamericanos la formación nacional pudo ampliar la ventaja en la parte decisiva. El partido fue el de goleo combinado más alto del Mundial.

Más de medio siglo después el baloncesto argentino volvió a tener una generación histórica, al estilo de la del 50. Emanuel Ginóbili, “Pepe” Sánchez, Hugo Sconochini, Luis Scola y Andrés Nocioni son sólo algunos nombres entre una veintena de destacados jugadores, muchos aún vigentes. Se dice habitualmente y con razón que ellos son producto, “hijos”, de la Liga Nacional, pergeñada por León Najnudel. Si uno va hacia atrás en el árbol genealógico se encontrará con un grupo de jugadores amateurs que 66 años atrás escribieron una de las páginas más destacadas del deporte nacional.

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Por Ana Villarreal.

Periodista y escritora. Miembro de Conducción de la UTPBA y delegada a la FELAP.
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