“¿Qué sentido tiene la literatura en un mundo sin sentido? No hay más que dos respuesta. La primera: ningún sentido. La segunda es precisamente la que hoy no parece estar de moda: el sentido de la literatura es imaginarle un sentido al mundo y, por lo tanto, al escritor que la escribe.”
Abelardo Castillo le dio un sentido a la literatura, a leer, a reflexionar, por eso su fallecimiento deja una enorme pérdida, porque se fue uno de los grandes escritores argentinos del último siglo.
Nacido en Buenos Aires el 27 de marzo de 1935, vivió su infancia y adolescencia en la localidad bonaerense de San Pedro, y a los 18 regresó a la ciudad.
En 1959 publicó sus primeras obras en forma de cuentos y obtuvo un premio de la revista Vea y Lea por su artículo titulado Volvedor. El jurado estaba conformado nada más ni nada menos que por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Manuel Peyrou.
Pocos meses después de esta distinción fundó la revista literaria El Grillo de Papel, aunque solo logró editar seis números. De todos modos esta experiencia fue el preámbulo de un emprendimiento junto a la también escritora Liliana Heker: se llamó El Escarabajo de Oro y se editó hasta 1974.
Entre 1977 y 1986 fundó la revista El Ornitorrinco. Como hechos destacados de la postura política de dicha revista debe recordarse que en la edición perteneciente a noviembre de 1978 se manifestó en contra de un posible conflicto armado entre el gobierno de facto argentino y su par chileno por el Canal de Beagle, en tanto en febrero de 1981 reprodujo las dos solicitadas de Madres de Plaza de Mayo en relación al pedido de la lista de desaparecidos y la información acerca de sus paraderos.
Desde la edición de 2008 del Premio Cervantes, máximo galardón literario de la lengua castellana, tanto Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) como la propia UTPBA (en la edición de 2009) propusieron el nombre de Abelardo Castillo para que fuera puesto a consideración del jurado.
El legado de Abelardo incluye cuentos (Las otras puertas, El cruce de Aqueronte), novelas como El que tiene sed y El evangelio según Van Hutten, ensayos como Las palabras y los días y Ser escritor y obras de teatro (El otro Judas e Israfel) entre su prolífica obra.