Apenas tres años después del triunfo de la Revolución de 1917, más precisamente el 18 de noviembre de 1920, el Comisariado del Pueblo para la Salud y la Justicia publicó un decreto sobre la terminación artificial del embarazo que convirtió a la Unión Soviética en el primer país en autorizar el aborto voluntario y gratuito.
La ley -que no especificaba un límite de semanas para el aborto- autorizaba la práctica de la interrupción del embarazo únicamente en hospitales, realizados por un médico, y sin fines de lucro.
“La legislación de todos los países combate este mal mediante el castigo a las mujeres que deciden abortar y a los médicos que llevan a cabo la operación. Sin haber obtenido resultados favorables, este método de combatir el aborto condujo estas operaciones a la clandestinidad y convirtió a la mujer en una víctima de mercenarios, a menudo ignorantes, que hacen de las operaciones secretas su profesión”, señalaba el preámbulo del decreto en su argumentación.
Vladimir Lenin, por entonces Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, se refirió al acceso al aborto como “un derecho democrático básico de las mujeres ciudadanas”.