Entrevista a su sobrino José Luis
Por Juan Carlos Camaño (*).- Sobrino de Luis Suárez, José Luis Suárez González, recuerda a aquel hombre de “ideas claras” que sabía llegar a Sevilla, a la casa familiar, “con su máquina de escribir y con cámaras de fotos colgadas a los hombros”. Con el respaldo de distintos compañeros -uno de ellos Álvaro Manuel Fernández Rivera-, José Luis mantiene viva en Andalucía la llama de quien fuera durante muchos años, en distintos períodos: secretario general y presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP). Secretario general, presidente y, por sobre todo, uno de los principales hacedores históricos de nuestra organización continental.
-¿De dónde nace la idea de darle vida a la obra de Luis y a su entrega por una sociedad mejor?
-Es que para mí Luis era como una utopía, era alguien al que nunca vas a ver. Mi abuelo Gregorio, padre de Luis, me contaba que Luis se había ido de España cuando la guerra y me hablaba de su valentía luchando en el bando de quienes defendían la República y me decía de sus discursos, de su capacidad de oratoria. Por ese entonces yo tendría unos diez años.
-Y un día…
-Y un día mi tío regresó, como a mis doce años, y al verlo no me lo creía. Nunca había escuchado hablar de política y con él supe de qué se trataba. Llegaba con su máquina de escribir, con cámaras de fotos colgadas a los hombros; fue mi maestro, mi orientador.
-¿Qué contaba?
-Historias que me hicieron leer, que me hicieron querer saber más. Una de las veces que vino a Sevilla, cuando mi hermano y yo éramos chicos, al enterarse que estudiábamos en un colegio salesiano dijo que a ese colegio no debíamos ir: “no, a un colegio de curas no”. Y nos mandaba el dinero para que fuéramos a otro colegio. No sólo mandaba el dinero para el colegio, sino para los libros y todos los materiales que se necesitaban.
-Ya siendo grande tuviste la oportunidad de trabajar con él cada vez que regresaba a España…
-Más que de trabajar de colaborar con su agenda de trabajo. Me llamaba y me pedía que le consiga una entrevista con Adolfo Suárez, con Felipe González, con distintas personalidades, y se preocupaba por todos los detalles previos. Siempre fue muy exigente consigo mismo, muy preciso acerca de qué quería y cómo lo quería, muy dedicado a su profesión.
-¿Cómo lo definirías, más allá de sus ocupaciones y preocupaciones laborales?
-Como un luchador de clase, antiimperialista; un hombre de ideas claras, un muy buen analista, muy abocado a su trabajo profesional y sindical, entregado a la lucha política y social.
-En el primer homenaje a Luis en su tierra, destacaste de él “su sinceridad, su honradez y su tesón para enseñar a los demás”. Dijiste que “no quedaría en el olvido”, y por lo que veo y escucho tu tarea por la recuperación de la memoria histórica no se remite únicamente a mantener presente a Luis.
-No soy yo solo, otros compañeros tampoco dejan morir la identidad y la lucha de quienes han dado ejemplo de compromiso político y social y fueron perseguidos y, en muchos casos, asesinados.
-Hace unos años se le puso el nombre de Luis a una calle de Albaida del Aljarafe y ahora procuran lo mismo en una rotonda de otro pueblo.
-Luis murió en el año 2003 y tres años después, junto a representantes del ayuntamiento de Albaida del Aljarafe, pueblo donde nació Luis, le hicimos un homenaje, al que asistieron, entre otros, la hija de Luis – mi prima Aurora-, y el compañero Martins Morim, periodista de Portugal. En esa ocasión se puso el nombre de Luis a una calle y desde hace un tiempo venimos hablando con el alcalde de Anazcóllar, para hacer lo mismo en una rotonda que está a la entrada del pueblo. La recuperación de la memoria histórica requiere no abandonar nunca la lucha contra el olvido.