Por Pablo Daniel Fernández (*).-

La capacidad de entrega es uno de los límites entre la grandeza y la pequeñez de las personas. Andrea Prodan habita el primero de esos territorios en que puede separarse el don de humanidad. Lo conocí el año pasado. Venía a grabar unas voces suyas a la casa de un amigo. El tipo llegó con un vino bajo el brazo, un paquete de pastas y pescado que, él mismo, luego cocinó para todos los que estábamos en esa reunión. Italiano de nacimiento, actualmente radicado en las sierras cordobesas, destino que encontró siguiendo a su hermano Luca. Hoy reparte su tiempo provinciano de familia con las presentaciones de su banda de rock Romapagana en diferentes puntos del país.

La Noctiluca compartió inquietudes con Andrea acerca de la música en la actualidad. Parte de ese encuentro queda registrado en esta nota.

-¿Cómo fue tu primer contacto con la música desde adentro, la primera vez que hiciste música y en dónde?

-Tengo recuerdos de muchos viajes en auto, en Italia, en los años ’60. Mis padres cantando alegremente adelante y yo, en el medio, atrás, también. Ibamos mucho al Tyrol, así que ¡se cantaban melodías austríacas! Pero fueron los ingleses quienes ‘descubrieron’ mi musicalidad. Los colegios de internado ahí se dedican a revelar y potenciar los talentos a veces ocultos de los niños. Esto es algo que siempre he respetado mucho. Fui solista, eventualmente, del Coro de la catedral de Canterbury. Me llevaron de gira por catedrales de toda Europa: Inglaterra, Francia, Alemania. Desde los 11 a los 13 años era el Freddy Mercury de la música sacra… ¡jajajá!. Grabé discos y me pagaban con caramelos. Cuando mi voz ‘cambió’, dejé el loco circuito… ya se había ido la magia de la voz blanca… y me dediqué a escuchar rock. Mucho rock. Mi ‘pusher’ era mi hermano, Luca. Fuimos verdaderos amantes de la buena música. Buscadores…y cultores.

-Frente a las nuevas tecnologías, ¿pensás que la música sigue teniendo la fuerza de penetración en la gente?

-En este momento la música está en crisis…es claro. El masivo bombardeo informático…la cantidad de música grabada y digerida..los clichés que se nos pegaron…la banalización de algo tan importante, energéticamente y espiritualmente..y por qué no, socialmente, como la música, ha jugado a nuestro desfavor. La música está cansada. Pero nunca muere. Y si nos cuesta crear…bueno, por lo menos tenemos un gigantesco archivo de joyas del pasado para ir redescubriendo. Es verdad que no penetra como antes. Somos seres más impacientes… y hay muchas distracciones. La receta del consumismo nos quita la vagueza-contemplación necesaria para llegar a producir música importante…y para sentarte a absorberla también.

-Cuando te referís a que la música está cansada, ¿que haría falta para despertarla?

– La música tendría que ser una expresión de su época… de los estímulos que nos rodean…de las cosas que nos sorprenden o indignan. Que nos erotizan. Pero este mundo cansa… y está cansado. ¿Cómo esperar otra cosa de nuestra expresión musical? Cada persona con ganas de expresarse con la música tiene que hacerlo. Desde su intimidad. Sin sueños de fama o popularidad masiva. Esto ya fue…y nos llevó a nuestra condición actual. Hay mucho para decir. Mucho para bucear.

-¿Y en este panorama que describís, donde sentís que estás?

-Yo? Sigo viajando. jugando … ¡buscando!

En mi intimidad exploro variedades musicales muy amplias… juego…experimento…grabo esporádicamente. Públicamente, sigo descargando y cargando energía con mi banda, Romapagana. ¡Es muy buena! Es una fuente de felicidad muy intensa y fresca para nosotros, somos cuatro. Estamos preparando nuestro segundo y tercer disco ¡en trece años! Quiero convivir con la música de manera espontánea, creativa y libre. Nada de contratos, contratistas ni buitres con traje y corbata. Las desventajas existen, pero las ventajas son tan sabrosas que para nada cambiaría esta receta. Lo bueno solo saldrá de la sorpresa. ¡No del marketing!

-Con tanta invasión mediática, ¿Sigue valiendo la pena hacer música de forma independiente?

-Hacer música es siempre algo primariamente independiente. Hago música para llenar mis vacíos existenciales, para traer dulzura o color o energía a un momento vacuo..o angustiante…o feliz. Pensar en el ‘por qué’ es de pajero. Es poco sano, además. Primero hacés…, para tí mismo… o para alguien que querés. No hay que preocuparse por mucho más. Ahora…vivir de tu arte…eso es otra cosa.

-¿Que otra rama de las artes te motiva?

-El arte tiene ramas infinitas. Sentarme en un bar de una ciudad desconocida y observar a la gente…esto es un Arte, también. Me fascinan mil cosas. He trabajado por muchos años en cine, por ejemplo..como técnico y como actor. Amo cocinar. Amo manejar mi auto! Me gustan mil cosas. Soy curioso. No sé…