13 enero, 2021

Antídoto o veneno

Por Daniel Das Neves (*).- Era el tercer sábado que el leyente gutenberiano entraba al bar y se dirigía directo a la misma mesa, esa que está junto a la ventana de Hipólito Yrigoyen, en una hora en que el sol todavía no da. El primer sábado fue tres días después de la muerte de Diego, cuando se sorprendió al ver a Juan Villoro en la tapa, sin que el escritor mexicano dijera nada acerca de aquello sobre lo que hablaba el mundo. Justo él, un enamorado del fútbol, autor de Dios es redondo.

Creyó que se había equivocado, que le habían vendido el número anterior, pero enseguida recordó –el tema siempre le activaba todos los registros- que esa portada fue para la escritora Tania Bruguera, a la que el Malba le cedía generosamente su espacio en esos días para atacar a la Revolución Cubana, a Fidel y al actual gobierno.

Volvió a mirar la imagen de Villoro: la publicación había cerrado antes, intentó convencerse.

Once días más tarde del fallecimiento de Diego, o sea el segundo sábado consecutivo que se sentó en el mismo bar y la misma mesa, tuvo que llegar hasta la página 13 de esa publicación, suele no leer el sumario, para encontrar una nota de una mezquina extensión, visiblemente forzada, desganada, más una obligación que una necesidad de referirse a ese acontecimiento único. El autor no se privaba de demostrar su ahorro de energía intelectual recurriendo a diversas citas que iban en ayuda de su búsqueda  de equilibrio: allí estaban los que se manifestaban a favor y los que lo hacían en contra, sin que el abúlico ensayista haya intentado un mínimo esfuerzo para profundizar sobre el valor de un personaje como Diego, el máximo exponente planetario de una actividad –y puente generacional único- que, como el fútbol, había motivado números especiales de esa publicación, sobre todo frente a grandes acontecimientos, un Mundial por ejemplo, jamás negado como fenómeno cultural.

El leyente gutenberiano observó que en ese desparejo intento de simetría se hacía referencia a los 700 comentarios que provocó “un homenaje que sorprendió”, según encomilló el autor pareciendo coincidir en el asombro, realizado por el Malba, quien definió a Diego como un “artista” (así, entrecomillas). “No todos eran celebratorios, muchos se horrorizaban con esa calificación”, aclaró el autor tal vez para evitar malos entendidos entre los suyos. A pesar de haber despertado esa “curiosidad”, el Malba no fue consultado como para ampliar detalles de su audacia.

Pero en ese tercer sábado después de Diego, reparó que el Malba fue beneficiado por la generosidad de la publicación. No se trataba de una interpretación ni de la repercusión que tuvo su definición sobre Diego. La curadora de la performance de la escritora Bruguera –en un espacio similar en el que una semana antes se había hecho referencia a la muerte de Maradona- se dedicó a difamar a Cuba aupando a los falsos artistas del Movimiento San Isidro, mascarones de cemento de la política imperialista de los Estados Unidos para con esa Revolución.

Se trata, no tuvo dudas, de un cánon cultural que sigue la guía de la curadora y la performance y sobreactúa hipócritamente su amplitud e integralidad, aunque no pueda disimular su mediocre elitismo hablando de “artista”, mientras se desviven por las expresiones minúsculas de reaccionarios artistas.

Si alguna virtud tiene el leyente gutenberiano es la de la persistencia. Viejas afirmaciones volvieron para recordarle que el fútbol es barrio, identidad, política, violencia, negocio, memoria. Cultura. Y esperó. Esperó el sexto sábado, ya en este 2021, cuando desde la tapa con una jeringa portando la esperanzadora vacuna anti covid, y bajo el título Cultura, antídoto infalible se anunciaba a 14 autores, cineastas, músicos, artistas (entre ellas la inefable curadora de Bruguera) contando lo que les dejó “el año más horrible”. Ninguno menciona el apellido Maradona.

 Cultura, antídoto o veneno, se dijo el leyente gutenberiano apropiándose del nombre de una charla. Lo había leído por ahí.

(*) Periodista. Secretario de Relaciones Sindicales de la UTPBA.

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