7 julio, 2020

Cada quién en su afán por no perecer

Por Mariela Molina (*).- La pandemia mundial provocada por la Covid-19 no es apenas un flagelo que insidió sobre la salud de los seres humanos. Las consecuencias sobre la vida de millones de personas alrededor del mundo atravesó la forma en que estudiamos, nos vinculamos y trabajamos. Nos obligó a cambiar nuestros hábitos y comportamientos asumiendo medidas extremas de cuidados y adoptando distintas maneras de realizar las actividades cotidianas.

Cuarentenas obligatorias, distanciamiento social, aislamientos preventivos, son algunas de las medidas que los diferentes gobiernos fueron adoptando en un intento de mitigar el impacto. Decisiones cuya intención es cuidar a la población, pero que en la otra cara de la moneda, dejaron en evidencia las falencias y vulnerabilidades de un sistema social, político y económico carente de equidad y de garantías para todos.

Economías fragilizadas, algunas más que otras, sistemas de salud endebles, empleos precarizados, informalidad creciente y personas que ni siquiera entran en estas categorías configuran una parte del escenario que la Covid-19 encontró para poner a prueba nuestras fuerzas.

En este contexto, la crisis obligó a pensar maneras de adaptarse a la nueva realidad, optimizando sistemas y herraminetas . Y no serán cambios transitorios, sino estructurales en la realidad socioeconómica mundial. Nada sera igual. Trabajo remoto, aulas virtuales, compras “online” son algunas de las dinámicas que dejaron de ser una opción, para convertirse en una necesidad y en casi la única forma posible de concretar cada tarea, con la tecnología como herramienta indispensable.

Esta coyuntura, y siguiendo la premisa de que en cada crisis hay una oportunidad, aunque no para todos, es lo que generó que se agite la imaginación para reinventarse, en un intento resiliente de sostener las fuentes de subsistencia. Grandes empresas, Pymes, emprendedores y buscavidas tuvieron que usar el ingenio para reacomodarse a una realidad que no admite posturas costumbristas. Desde resignificar espacios, redireccionar propuestas, pasando por el cambio de rubros y adopción de sistemas que hasta el momento eran optativos, son algunos de los desafíos.

Como dijimos antes, la tecnología es un factor fundamental para viabilizar estos recursos. Las redes sociales, las plataformas de “streaming”, “e-comerce” y  las “apps” de servicios, estan a la cabeza de los usos, y también de las “ganancias”.

La venta “online”, que ya venía siendo una opción consolidada, junto con las “apps” de pago,  tuvo un incremento del  84% en el volúmen de sus transacciones, entre los que ya lo utilizaban y los que, a la fuerza, tuvieron que perder el miedo a comprar y vender por esta vía.

Empresas como Amazon, Pay pal, Mercado libre, entre otras, tuvieron un aumento exponencial de su actividad. Facebook e Instagram ya no sólo tienen un fín social, sino que también se convirtieron en vías de comercialización con el “marketplace” y los perfiles comerciales o con la publicidad como medio de recaudación.

Otras como Zoom o Skipe, permitieron continuar con los programas escolares y de capacitación, pero también son una salida económica para quienes promocionan su trabajo y productos a través de clases y seminarios “online”.

Comercios que reacondicionaron sus locales y en vez de recibir clientes se convirtieron en puntos de empaque y distribución. Teatros y restaurantes transformados en mercados donde acercan y ayudan a pequeños productores a ofrecer sus productos. Ferias que recurrieron a la virtualidad para continuar con sus espacios de emprendimientos, tanto artesanales como de trueque.

Textiles que pasaron de fabricar indumentaria a confeccionar barbijos. Talleres gráficos fabricando máscaras. Artistas callejeros que ya no ven gente pasar y decidieron tocar el timbre y ofrecer sus shows en las veredas para alegrar algún festejo a través de una ventana. Servicios a domicilio que entendieron las consecuencias emocionales del aislamiento y ofrecen productos que apuntan a aliviar la angustia de no poder festejar un cumpleaños, o salir a recrearse a una plaza, o simplemente juntarse con amigos.

Deliverys de todo tipo, Party box, alquiler de aparatos de ejercicios, productos lúdicos y hasta fiestas virtuales con DJ son algunos ejemplos. El take away, es el recurso que encontró el ramo gastronómico para no cerrar sus puertas y sostener minimamente empleados y estructura. Estas modalidades hacen foco en la distribución, en las que intervienen el transporte de todos esos servicios y productos, Uber, Rapi, Beat son algunos de los que tuvieron que adaptarse a la nueva demanda.

La industria del entretenimiento también se agiornó con recorridos virtuales de museos y galerías de arte, plataformas para ver obras de teatro y recitales, ademas de la expansión de recursos ya utilizados como Netflix y los videojuegos que cada vez mejoran y ofrecen experiencias mas atrayentes. Cada quién en su afan por no perecer toma los elementos a su alcance para reinventarse e intentar subsistir y continuar.

El mayor éxito posible acompañado de acertividad, ingenio y persistencia serán, tal vez, un eslabón importante para poder salir de esta crisis sanitaria que puso en jaque economías, sistemas y sociedades. Junto a políticas y medidas que puedan acompañar las transformaciones  y que tengan la capacidad de dar protección frente a las nuevas reglas de juego que imponen todas estas modalidades.

Reglamentaciones y leyes que protejan la calidad de vida de los trabajadores en el teletrabajo, cuyas ventajas de tiempos y espacios tambien ponen en duda los beneficios para las condiciones y derechos laborales. Garantizar mejores condiciones para actividades que estan en un vacío legal, como los miles de repartidores de las diferentes “apps” tan en auge.

Y como siempre, la esperanza de que los eslabones de esta cadena puedan sostener e incluir a quienes ni siqueira tienen elementos que les permitan reinventos o salidas ocurrentes, que sólo pueden sobrevivir de milagro dependiendo su supervivencia y dignidad de la solidaridad o de las politicas sociales de emergencia.

La voluntad, la capacidad o la imaginación individual no alcanzará para sobreponerse a un sistema que deja a millones de personas al costado del camino.

(*) Periodista. Secretaria de Actas de la UTPBA.

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