Una y otra vez la UTPBA ajustó medidas de seguridad en su Camping, situado en la localidad de Moreno, en el GBA. Una y otra vez los robos se repitieron escalando la violencia, incluso con armas de fuego para amedrentar a las compañeras y compañeros que hacían las tareas de limpieza y mantenimiento del predio.
De los robos con destrozos y de los destrozos del total de las instalaciones, el salvajismo programado dio paso a los incendios, también programados, con los que se arrasaron los reiterados trabajos de reconstrucción, que en su gran mayoría hicieron de manera solidaria compañeras/os de la conducción de la UTPBA y compañeras y compañeros afiliadas y afiliados junto con los vecinos del Camping.
En todo el proceso de desguace el Complejo Recreativo de la UTPBA, en la localidad de Moreno, lo que sobró -y sobra aún- es la impunidad.
Esa impunidad, sinónimo de varias e inocultables complicidades, le abrió las puertas a la usurpación.
No es ocioso hacer la lista de los destrozos e incendios con que se atacó una parte importantísima del patrimonio material y cultural de la UTPBA.
Se destruyeron:
El salón de actividades comunes destinado a manifestaciones artísticas y a reuniones de debate sobre la profesión, la comunicación y la realidad económica, política y social en el orden internacional y en nuestro país; el consultorio médico; el restorán y los juegos infantiles.
Se destruyeron:
Los quinchos y parrillas; las canchas de fútbol, tenis, pádel, bochas y vóley; el depósito de herramientas y maquinarias, entre ellas un tractor. Las piletas de natación, para niñas y niños y la de mayores; baños y vestuarios y kioscos.
Se destruyeron:
Extensos caminos de baldosas, las bombas de agua, las cañerías de todo el predio, la instalación eléctrica extendida a lo largo y ancho de las trece hectáreas.
Dejaron tierra arrasada y nunca nadie fue identificado como responsable de semejante acción criminal.