Por Sebastián Bramante (*).- Los niños y niñas tienen derecho a crecer con acceso a la salud, a ser educados, a poseer una identidad, a ser protegidos… y nadie tiene “derecho” a abusar de ellos física, intelectual ni sexualmente.
El “Día Mundial para la Prevención del Abuso Infantil” se conmemora el 19 de noviembre, con el fin de denunciar y concientizar sobre una problemática que afecta en todo el mundo a miles de chicos y chicas.
Para ser claros, cabe señalar que la Convención de los Derechos del Niño establece en su artículo 19 que Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentra bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.
Se entiende por maltrato infantil el abuso o la desatención de un menor de 18 años, incluyendo los distintos tipos de maltratos como físico, psicológico, abusos sexuales, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo.
Todo lo que pueda causar daños a la salud, al desarrollo, a la dignidad de los chicos o poner en peligro su supervivencia en el contexto de una relación de responsabilidad de un adulto sobre un menor.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud –OMS-, una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres declaran haber sufrido abusos sexuales en la infancia.
Sus consecuencias pueden ser alteraciones en la salud mental y física que se prolonguen durante toda la vida del menor abusado, e incluso agrega la OMS que “sus consecuencias a nivel socio-profesional pueden, en última instancia, ralentizar el desarrollo económico y social de un país”.
Se calcula que por año mueren 41 mil menores de 15 años por el abuso infantil, sin tener en cuenta que muchas muertes de chicos son erróneamente interpretadas como accidentales.
(*) Periodista