Más de un millón de personas han muerto en el mundo por Covid-19 y más de 36 millones se han contagiado con el virus. Demasiadas incertidumbres científicas, sociales, económicas, recorren la vida cotidiana de miles de millones de seres humanos, a la par que crecen y decrecen las expectativas en torno a la aparición de la, o las, vacunas que todo lo puedan.
Mientras tanto se erigen espectrales no pocas ciudades fantasmas y al mismo tiempo mujeres y hombres desafían los peligros en los lugares públicos porque no se admite -también con justa razón- que los confinamientos ganen la pulseada.
¿Dónde está el virus? Dicen que a una distancia nunca del todo precisada y que está en el piso, en los vasos, las mesas, la ropa, que ataca la boca, la nariz, los ojos y que se conchaba en las góndolas de los supermercados, en el dinero, en las tarjetas de débito, en las de crédito, en la madera, en el acero inoxidable…
Ante tanto trajín para tratar de evitarlo no nos olvidemos el barbijo, un distanciamiento de más de dos metros, lavarnos las manos con jabón más de una vez al día y del alcohol en gel.