Días atrás la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) lamentaron el fallecimiento del escritor uruguayo Daniel Chavarría. Nacido el 23 de noviembre de 1933, se radicó en 1969 en Cuba, donde desarrolló la mayor parte de su carrera literaria y militante y donde vivió sus últimos días.
A continuación compartimos una nota realizada y publicada por la revista La Noctiluca meses antes del fallecimiento de Chavarría, y que sirve para conocer un poco más su vida y su obra.
Por Ana Villarreal (*).- Uruguayo de nacimiento, cubano por decisión, es autor de novelas que han merecido el reconocimiento de millones de lectores más allá del continente americano. En este sentido, Joy, es uno de sus títulos más leídos, ya que superó el millón de ejemplares, sólo en los países que constituyeron el campo socialista.
La contundencia del ritmo es uno de los principales atractivos de su estilo que denota rasgos hereditarios de aquella fascinación que en su infancia le provocaban los cuenteros del campo en el Uruguay. Según sus propias referencias, desde muy niño le gustaba ser parte de las ruedas en donde los mayores entablaban verdaderos duelos narrativos sobre peleas de hombres contra tigres o animales bravíos de la pampa o de gauchos que cruzaban los ríos con sus pies atados.
Más allá de los reconocimientos que ha merecido su producción literaria, sería un descuido referencial no remitirse a su propia vida. Es que la experiencia vital de Daniel Chavarría es, en sí misma, un caudal de signos novelescos. Luego de militar en distintas vertientes de la izquierda uruguaya, en 1961, abandona su país natal para ser parte del movimiento guerrillero colombiano.
Según cuenta en sus memorias en Y el mundo sigue andando, entre otras tareas participaba “en sacar compañeros heridos, aprovechando que era gerente de un almacén in bond (almacén aduanero de contrabando)”. Al ser detectado por las fuerzas de seguridad decide huir. “Decido salir rápidamente -narra- porque estaba cagado del susto, pero no podía huir en carro de noche, soy mal chofer y en aquella época los caminos eran muy malos. La única opción que me quedó fue secuestrar la avioneta que venía cada día desde Bogotá y traerla para acá (Cuba). Compré todos los pasajes para ese vuelo, de 11 plazas, y sólo llevé a mi mujer, a nuestra niña de 6 años y a un hombre que se coló sin saber el pobre para dónde íbamos”
Desde 1969 reside en Cuba en donde ha producido su obra literaria al margen de desempeñarse como profesor de latín y griego en la Universidad de La Habana, de traductor de literatura alemana en el Instituto Cubano del Libro. Y es su experiencia como traductor -domina cinco idiomas- que también lo llevó a trabajar en el Instituto de la Reforma Agraria, donde según él mismo señala surgió la idea del argumento de su novela Joy, porque allí se enteró que Estados Unidos intentaba introducir en Cuba el virus de la tristeza, mediante un sabotaje a la producción de cítricos cubanos.
Daniel Chavarría es autor, también, de una novela sobre la vida y las acciones del dirigente revolucionario uruguayo Raúl Sendic. Los propósitos que guiaron a escribir Don Sendic de Chamangá están sentados en el prólogo de la obra: “…Considero una injusticia -escribe- que ya a un cuarto de siglo de su muerte, el Sendic profundo, dual, visionario político, originalísimo y osado en el pensamiento y el combate, sea todavía un desconocido fuera del Uruguay. Para desagraviarlo con una obra de fácil lectura hay autores mucho más autorizados que yo, residente fuera de la patria desde el 61; pero he pensado que mi oficio de novelista puede contribuir a divulgarlo con una visión abarcadora y amena”
“Quiero movilizar la emoción -confiesa en su texto- pero no sólo de mis compatriotas que ya conocen y se han emocionado lo suficiente con el gran líder. Me dirijo también a las mayorías que al menos lo respetan por sus hormonas o por su inteligencia justiciera. En cuanto a los muchos que todavía lo odian, no son enanitos en este cuento..”
Si bien sus obras más conocidas son Joy, El rojo en la pluma del loro o Adiós muchachos, su preferida es El ojo de Cibeles.
En 2013 la Feria del Libro de La Habana fue dedicada a él. Fue, además, Premio Nacional de Literatura de Cuba; Premio Dashiell Hammett, Gijón 1992 por Allá ellos, mejor novela policíaca editada en lengua española en 1991; Premio Edgar Allan Poe. New Tork, 2002, otorgado por Mystery Writers of America, por Adiós muchachos, mejor novela policíaca publicada en inglés en Estados Unidos en 2001 y Premio Casa de las Américas en el 2000, por El rojo en la pluma del loro, entre otros galardones. Sin embargo, se ríe con cierto dejo de satisfacción cuando alguien suele hacerle referencia a que es el autor más robado de las bibliotecas cubanas, “es el mayor homenaje que me pueden hacer”, ha dicho.