Por Ana Villarreal (*).- La obscenidad pretende mandar en el escenario de la realidad dramática actual. Un coro de Minguitos Tinguitelas del micrófono, la emprenden con el unísono que amalgama, entre otras muestras de cinismo, propinas y arrebatos a la identidad de las personas. Asaltos que han pretendido vulnerar hasta el carácter libertario y progresista de emblemáticos personajes de historietas . Tal es el caso de la reciente utilización de Mafalda para la campaña de sectores, que se oponen al proyecto de despenalización del aborto. Semejante atrevimiento obligó, en estos días, al padre de la criatura, Joaquín Lavado, Quino, a pronunciar su rechazo al latrocinio.
“En mi hambre mando yo”, es una expresión de entereza y dignidad, que solía repetir el bailaor Antonio Gades. El no escondía su emoción al pronunciarla, porque evocaba la actitud de vida de su propio padre, un combatiente republicano, que supo dejarle el concepto, como uno de los legados hereditarios más importantes. Aunque, la frase, orgullo de muchos españoles, nació del boca en boca entre andaluces.
Referencias históricas dan cuenta del episodio en el que un hacendado recorría las tierras de su propiedad en Andalucía, con fines proselitistas. En esa oportunidad, pretendió convencer a un jornalero, mediante la entrega de monedas junto a la papeleta de votación. Frente al hecho, el trabajador arrojó al piso el dinero y la propuesta para la elección, gritándole “en mi hambre mando yo”.
Asistimos a un mundo en donde la brutalidad política y la cultura guerrerista hegemonizan y la arrogancia de las élites del atraso, no son una muestra de exclusividad en los escenarios locales. No obstante, en el país, mientras se agudiza el cuadro de asfixia económica para cientos de miles de personas, el aumento de signos preparatorios para la acción represiva no puede disociarse de pronósticos de seriedad.
Tal vez, sea oportuno y necesario recordar a los agoreros de tormentas y obscenidades, que como decía el luchador venezolano Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, “toda mujer y todo hombre, sólo por serlo, merecen el reino de la inteligencia”.
(*) Periodista, miembro de conducción de la UTPBA
