Por Yoandry Ávila Guerra (*), desde La Habana.- Con una gran dispersión, en prácticamente todo su territorio nacional, vive Cuba el actual rebrote de la COVID-19. La realidad se adelantó a los pronósticos que vaticinaban un nuevo pico en marzo, y los últimos días de enero y los primeros de este febrero en curso han arrojado cifras alarmantes para los cubanos de nuevos casos positivos detectados en un día.
El pasado 2 de febrero en su conferencia de prensa radial y televisiva diaria, el Doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) cubano, anunciaba la cifra más alta de pacientes positivos diagnosticados en un mismo día, desde que en marzo de 2020 se detectara la presencia de la enfermedad en la Isla: 1 044 casos.
En este contexto, en el mapa epidemiológico que dibuja hoy el nuevo coronavirus en la Mayor de las Antillas las provincias de La Habana, Santiago de Cuba y Guantánamo se llevan los primeros lugares de transmisibilidad y de nuevos casos en un ranking que todos quisieran dejar desierto.
Ante estas condiciones sanitarias, Cuba decidió aplicar nuevas medidas relacionadas al control sanitario internacional y con el aislamiento de viajeros que entran a su territorio nacional, en vigor desde el 6 de febrero: entre ellas, la reducción de las frecuencias de vuelos de las aerolíneas que operan procedentes de Estados Unidos, México, Panamá, Bahamas, República Dominicana, Jamaica y Colombia. Asimismo, se dispuso mantener la suspensión del reinicio de las frecuencias con Nicaragua, Guyana, Trinidad y Tobago, Surinam, y suspender los vuelos con Haití.
Igualmente, se resolvió retomar el aislamiento institucional de quienes arriban al país: en el caso de los cubanos residentes, en centros habilitados en sus provincias, libre de costo; mientras que a los cubanos no residentes y a los extranjeros en instalaciones hoteleras, donde deberán asumir los gastos de estancia y de transportación.
Los protocolos sanitarios vigentes en la Isla determinan que cada persona que ingrese al país debe portar una prueba de PCR negativa, certificada por un laboratorio al menos 72 horas antes. Al momento de arribo a la Mayor de las Antillas se le realiza un primer PCR en el propio aeropuerto, y luego un segundo test al quinto día en el centro de aislamiento. Si los viajeros muestran síntomas de la enfermad, o los resultados de las pruebas son positivos, se aplican de inmediato los protocolos sanitarios y tratamientos establecidos por el MINSAP.
En el orden interno, en aras de reducir la propagación del nuevo coronavirus y proteger a los sectores de la población más vulnerables, se favorece el teletrabajo y el trabajo a distancia. Igualmente, el uso de la mascarilla sanitaria-conocida en el país como nasobuco- es obligatorio. En el caso de La Habana, el transporte público urbano – que mueve a la mayoría de los habitantes de la ciudad- sólo funciona entre las 5 A.M a 9 P.M., fuera de ese horario existe prohibición de circulación de personas y de vehículos.
Cuba persiste en el pesquizaje activo en las comunidades para conocer si existen posibles síntomas de la enfermedad ocasionada por el Sars-CoV-2. También aboga por la realización de PCR a grupos poblacionales de mayor riesgo y por el rastreo exhaustivo de contactos de casos positivos.
En el “sprint” a contrarreloj hacia un fármaco que pueda inmunizar a toda su población contra el nuevo coronavirus, el país cuenta con cuatro candidatos vacunales: Soberana 01, Soberana 02, Mambisa y Abdala, tres inyectables vía intramuscular y uno para ser aplicado intranasalmente.
Soberana 01 avanza en la Fase I de su estudio en convalecientes de la COVID-19, quienes presentan bajos niveles de anticuerpos neutralizantes y pueden ser susceptibles a la reinfección. En tanto, se encuentran en proceso estudios sobre Abdala y Mambisa.
Por su parte, Soberana 02 prevé iniciar su Fase III de ensayos clínicos en marzo próximo. En comparecencia virtual este 29 de enero en la sede cubana de la Organización Panamericana de la Salud, Vicente Vérez, director del Instituto Finlay de Vacunas, dijo que el inyectable mostró gran seguridad y una respuesta inmune potente en sus etapas de estudio II A y II B.
Vérez explicó que la próxima etapa de ensayos clínicos contará con alrededor de 150 mil dosis para la inoculación a los voluntarios, y que se valora el uso de una tercera dosis de refuerzo con el objetivo de inducir respuesta inmune de neutralización viral.
El científico señaló que Cuba se alista para la creación de capacidades que contribuyan a producir 100 millones de dosis de Soberana 02, lo que permitiría no solo cumplir con las necesidades de la Isla, sino también las de otras naciones.
Hasta la fecha (**) 238 personas han fallecido en la Isla a causa de la enfermedad, se han recuperado 26.739 pacientes, y existen 5.799 casos activos (5.732 con evolución clínica estable, 30 en estado grave y 37 críticos). Los casos asintomáticos continúan prevaleciendo, por lo que el llamado al autocuidado y la responsabilidad ciudadana es una constante.
Por lo pronto, con la COVID-19 como un punto en la agenda de Estado, el gobierno cubano extrema protocolos sanitarios para minimizar la incidencia de la pandemia en el territorio nacional hasta que pueda comenzar la vacunación masiva, y que estos meses de confinamiento y de lucha diaria contra el nuevo coronavirus sean entonces sólo un recuerdo en la memoria colectiva de la nación.
(*) Periodista de la Revista Alma Mater y Cubaperiodistas.
(**) Datos del parte diario sobre la COVID-19 que ofrece el MINSAP, con fecha 7 de febrero de 2021.