Por Carlos Baldino (*).- Recientemente la empresa de seguridad informática ESET publicó una encuesta la cual reflejaba que durante la pandemia el 70% de los encuestados recibió o tuvo contacto con noticias falsas relacionadas al COVID-19 a través de redes sociales, Whatsapp e incluso en portales de noticias “confiables”.
Discursos que se replican con ideas falsas
La propagación de noticias falsas incide directamente en la conciencia colectiva de la gente, eso desde ya es peligroso y más aun por su vertiginosa velocidad de propagación. La revista Science publicó en 2018 que estas noticias llegan a más personas que las verdaderas. El 1% de las noticias falsas llegan a una franja de entre 1.000 y 100.000 personas, mientras que las noticias verificadas rara vez llegan a 1.000, comprobando que las falsas se difunden mucho más rápido.
¡Yo soy mis preconceptos y no quiero otros!
El diccionario de Oxford definió en 2016 el termino posverdad como “… circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y la creencia personal”. En otras palabras, un hecho probado pierde valor frente a la emocionalidad de mis preconceptos.
El caso de los abogados-doctores
Nuestra propia comodidad intelectual nos impulsa a propagar noticias falsas, no nos animamos a poner en duda lo que no nos “conviene”. El caso de los abogados-doctores es un ejemplo interesante. Todos los profesionales de las leyes se llaman a sí mismos “Doctores”, si indagamos con ellos el motivo, algunos aluden a costumbres milenarias como pretexto, o los más arriesgados ponen sobre la mesa una acordada de la Corte Suprema de Justicia que los habilita a utilizar un título que no poseen, eso sí, cuando preguntamos el número de la acordada, ningún lego lo recuerda, ¡no lo recuerdan porque esa acordada no existe!, sin embargo se sigue propagando la información falsa porque el sesgo cognitivo así lo requiere.
Los de arriba lo escriben y los de abajo replican y multiplican.
Volviendo a las redes sociales en la era de la posverdad y con las fake news como protagonistas, vemos como actúan estas actividades influenciando a las sociedades, utilizando los sesgos cognitivos de los seres humanos para que resulten más atractivas las noticias sin sustento real que las comprobadas. Lo atractivo de estas noticias hace que aceleremos su difusión porque refuerzan nuestras creencias previas (sesgo confirmatorio) y descartamos otras porque nos ponen en contradicción con nuestra posición, la cual se polariza y replicamos sin filtro alguno.
La abolición de los preconceptos
parece estar cada vez más lejos.
(*) Periodista.
Secretario de Juventud de la UTPBA. Miembro de la Secretaría de Juventud y
Nuevas Tecnologías de la FELAP. Ingeniero en Sistemas.