23 febrero, 2021

EE.UU: Covid y vacunas después de Trump

Por Gabriela Esquivada (*), desde EEUU.- La prioridad para el gobierno de Joe Biden ha sido la respuesta a la pandemia de covid desde el día uno. Todos los mensajes de la Casa Blanca han enfatizado la importancia de usar barbijos, algo que el gobierno anterior no había hecho y terminó por convertirse en una de las polémicas más absurdas de la campaña electoral. Biden también nombró gente clave con experiencia sanitaria, como el encargado de la respuesta al covid, Andy Slavitt, cuyo feed de Twitter fue una de las fuentes de información veraz más consultadas durante la pandemia, y con experiencia logística, como Jeffrey Zients, quien arregló el despliegue defectuoso del plan de salud de Barack Obama.  

Por el momento la distribución de las vacunas está restringida a trabajadores de la salud y personas mayores de 65 en instituciones (algunos estados han ampliado este grupo a la totalidad de mayores de 65) y el despliegue se ha demorado en muchos sitios por falta de dosis, al punto que Los Angeles y San Francisco debieron suspender las aplicaciones en un par de ocasiones. 

El 16 de febrero se anunció que el gobierno federal aumentará la cantidad de vacunas que envía a los estados a un total de 13,5 millones por semana (hasta ese día eran 11 millones), lo cual representa un total acumulado de 57% más de dosis desde el cambio de gobierno. El equipo de Biden hizo un acuerdo con Pfizer y Moderna para incrementar la compra anticipada que hizo la Operación WarpSpeed de Donald Trump, de 400 millones de dosis, para llegar a 600 millones. También desplegó a 1.000 empleados federales en los sitios de vacunación de todo el país para que colaboren con los esfuerzos locales. 

Aunque el panorama que encontró al llegar a la Casa Blanca era caótico, incluida la pérdida de 20 millones de dosis que todavía no se sabe dónde están, el demócrata se muestra optimista. En su campaña prometió 100 millones de dosis en sus 100 primeros días de gobierno y ahora estima que la superará. Anthony Fauci, el funcionario máximo de infecciosas del país, estimó que en algún momento de abril todo el mundo podrá ponerse en la fila para recibir la vacuna. 

Hay estimaciones menos entusiastas. The New York Times proyectó que, al ritmo en que se vacuna ahora, la mitad de la población habrá recibido al menos una dosis hacia fin de junio, el 70 por ciento hacia comienzos de septiembre y el 90 por ciento hacia mediados de noviembre. 

Otra novedad de la gestión de Biden en este tema es que colabora con los gobernadores para coordinar el despliegue de la vacuna mediante centros comunitarios (aunque muchos gobernadores se han quejado de que la ayuda es una complicación extra) y acordó con las tres cadenas nacionales de farmacias más grandes y con varios supermercados (que en general están autorizados a operar una farmacia en sus locales) para facilitar la llegada de la vacuna a los 340 millones de habitantes en algún momento de 2021. También dialoga con Amazon, Airbnb y otras tecnológicas que tienen una red física en todos los estados para sumarlos. Pero al fin del día este es un país federal y cada estado tiene completa autonomía sobre sus programas.  

Conviene recordar, sin embargo, que la situación es mala. Estados Unidos es el país con más casos de covid, casi 28 millones al 16 de febrero, y se halla a apenas días de llegar al medio millón de muertos. 

Al menos se pasó el pico crítico que siguió a la mayor circulación de gente que hubo desde Acción de Gracias, a fines de noviembre, hasta año nuevo. Las semanas dos y tres de enero fueron graves en localidades como Los Angeles, un condado que concentra en un pequeño espacio a 10 millones de personas, que es la cuarta parte de la población de California, el estado más poblado. También hubo situaciones difíciles en lugares rurales que habían superado con facilidad la primera ola en abril de 2020, pero que ya en el verano boreal, en julio, habían mostrado tendencia al aumento de contagios. 

Para Biden, como para todo el mundo, el problema principal es la falta de vacunas. El gobierno debió frenar una campaña de concientización de USD 1.000 millones hasta que haya mayor disponibilidad de dosis.  

Hasta ahora han recibido la primera dosis 38,3 millones de personas. En California, donde la popularidad del gobernador Gavin Newsom cae a toda velocidad por la enorme confusión del programa, ha recibido una dosis el 11,4 por ciento de los 40 millones de sus habitantes; en Texas, el estado que le sigue en cantidad de gente, el 10,2 por ciento; en Nueva York —donde el gobernador Andrew Cuomo anunció que esta semana entraron en la fase de vacunar a cualquier adulto con comorbilidades—, el 10,3 por ciento; en la Florida, el 11 por ciento y en Illinois el 11,2 por ciento.  

Resta por ver si la autorización de la vacuna de Johnson & Johnson, solicitada en estos días, mejora la perspectiva general. Pero por ahora la diferencia entre los estados que más vacunaron (un promedio de 14 por ciento de la población) y los que menos han avanzado (notablemente el sur, con un 9,5 por ciento) demuestran que el desafío es grande, no sólo por la cantidad de población sino por la disponibilidad de las dosis.

(*) Periodista. Escritora. 


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