Por Gerardo Torres (*), desde Lima – Perú.- La pandemia Covid 19, que remece al mundo, tuvo en Perú dos efectos: Uno malo y otro bueno. En la parte negativa, sigue exterminando muchas vidas, probablemente en mayo entrante pasemos el millar de muertos y decenas de miles de infectados.
La economía continúa semiparalizada por el estado de emergencia, la cuarentena, el aislamiento social, el toque de queda, medidas aplicadas por el gobierno, a mediados de marzo, para controlar la propagación del virus.
De acuerdo a lo señalado por el presidente de la República, Martín Vizcarra, a partir de mayo se reiniciarán gradualmente las actividades productivas, empezando con el sector construcción, que da ocupación a más de un millón de trabajadores.
Sin embargo, continuarán paralizadas las actividades académicas, los espectáculos, los restaurantes y hoteles, cuyo funcionamiento genera concentración humana, permitiendo la diseminación del virus.
El lado bueno del coronavirus es que está ayudando a desnudar toda la crueldad del neoliberalismo, la otra pandemia que sigue matando y destruyendo vidas por hambre, anemia y desnutrición en Perú, América Latina y otras partes del mundo.
En el Perú, el neoliberalismo fue operado en las últimas cuatro décadas por políticos de derecha delincuentes, asesinos y títeres de empresarios nacionales y extranjeros saqueadores.
Víctima del neoliberalismo, seguimos siendo un país postrado en el subdesarrollo, con profundos abismos sociales, donde unos pocos tienen en exceso y las mayorías padecen hambre, sin derecho a una buena educación y un sistema precario de salud.
Los ladrones que gobernaron el Perú en los últimos 40 años entregaron la explotación de nuestros recursos naturales a empresas rapiñas a cambio de nada que beneficie al país. Sólo ganaron ellos, los rateros, cobrando coimas a cambio de permitir a los saqueadores evadir impuestos, destruir la ecología y los campos fértiles para la producción agropecuaria.
Somos uno de los países de Latinoamérica más afectados por el cambio climático. Se deshielan nuestros nevados. Lima, la capital, y toda la costa se van quedando sin agua.
En abril próximo, en el año que celebraremos el bicentenario de nuestra independencia política del colonialismo español, habrá elecciones generales para elegir nuevo presidente y un nuevo Congreso.
Hay temor en la derecha de perder esa contienda, no sólo porque sus voceados candidatos están en prisión por corruptos sino, además, por ser responsable del modelo económico extractivista que hundió al país, en alianza con la prensa que operó como vocero del gran capital.
Sin embargo, la derrota histórica de la derecha dependerá mucho del trabajo que hagan en los siguientes meses las fuerzas de izquierda y progresistas que aspiran tomar las riendas del país.
(*) Periodista. Dirigente gremial del Sindicato de Periodistas y Comunicadores Sociales de Perú, y director del Semanario Nuevo País.