Los último datos oficiales dados a conocer por la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que en el mundo, por año, se detectan entre 1,3 y 4 millones personas infectadas de cólera, de las cuales entre 21 mil y 143 mil pierden la vida.
Al mismo tiempo, la Organización da cuenta de que en los 47 países de ingresos medianos y bajos afectados por esta enfermedad, nada más que en el 79% y el 44%, respectivamente, se usan los servicios básicos de suministro de agua y saneamiento.
En cambio, en los territorios donde no existe el contagio, los porcentajes sobre el suministro de agua y saneamiento son del 94% en los de medianos ingresos y del 79% en los de bajos.
Para tener una dimensión de la importancia de la implementación de medidas que combatan el cólera de raíz, basta con saber que las vacunas anticoléricas orales “se consideran un medio adicional de control”.
Un caso testigo del daño que puede generar este mal se percibe en la República de Zambia, en el centro-sur del continente africano. Allí, la epidemia que se inició en 2017, en Lusaka, causó más de 5000 casos y cerca de 100 personas murieron.
A pesar de que se tomaron medias para tratar de contener el avance del cólera, como por ejemplo la higiene intensiva, la concientización puerta a puerta y la distribución de kits de higiene, entre otras, “para eliminar la enfermedad es necesario aumentar también la inversión a corto y a largo plazo en los servicios de agua, saneamiento e higiene en todos los puntos calientes”, aseguran desde la OMS.
El cólera se propagó en el mundo durante el siglo XIX, desde su cuna en la India. A partir de ese entonces, seis pandemias arrasaron con la vida de millones de seres humanos en todo el continente. “La actual pandemia (la séptima) comenzó en el sur de Asia en 1961 y llegó a África en 1971 y a América en 1991. En la actualidad, el cólera es endémico en muchos países”, indicó la OMS.