Por Elisa Marroco (*).- Dos fantasmas recorren el mundo. Uno invisible, solapado, que anida en los cuerpos y enferma o mata.
Otro visible, conocido, que atraviesa la historia con su marca a fuego: antes la esclavitud, ahora y siempre la segregación, la xenofobia y el racismo.
Curiosamente, el virus que desde hace meses tiene en vilo a la población y las economías mundiales, impide respirar.
‘No puedo respirar’ fueron las últimas palabras de George Floyd el estadounidense negro, cuando la rodilla del agente blanco Derek Chauvin, aprisionaba su cuello. Ocho interminables minutos de agonía, a la luz del día, de un hombre desarmado y ante otros uniformados que miraban sin mirar.
El crimen aberrante de Floyd desató la furia de miles de ciudadanos negros y blancos de todas las edades en Minneápolis, donde ocurrió, y se expandió por todas las ciudades de los Estados Unidos e infinidad de capitales europeas y de otros continentes.
El racismo no tiene patria. Pero se manifiesta crudamente donde la desigualdad genera mayor exclusión.
¿Es sólo producto de ‘manzanas podridas’, como intentó lavar culpas el presidente Donald Trump, o es consecuencia de sistemas de explotación y desprecio por las minorías más allá de los colores políticos?
‘Ser un policía violento y agresivo es la norma en los Estados Unidos. Es lo que se espera de ti’, aseguró el sociólogo y ex agente James Nolan.
Acaso por eso, Martín Gugino, un manifestante de 75 años fue empujado por oficiales en Buffalo y quedó tendido con su cabeza encima de un charco de sangre.
Y por estas horas, Rayshard Brooks, otro joven negro fue baleado por policías de Atlanta, con un gatillo fácil que no se detiene, aunque millones protestan en las calles, desafiando tiros y pandemias.
Para el experto en herencia africana y democracia, Cornel West, hay algo más profundo: ‘EEUU es un experimento social fallido, al punto de que cuando se trata de personas negras y pobres su economía capitalista falla, el estado militarizado falla, su cultura mercantilista en la que todo y todos están a la venta, falla’.
¿Alcanza con las protestas, con derribar estatuas?
Negros o blancos, vivan en EEUU o en cualquier otro lugar del mundo, lo que necesitan es respirar, cuando el aire falta.
(*) Periodista.