El informe Desarraigados en Centroamérica y México, publicado recientemente por UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la infancia), expone la problemática que viven miles de chicos que no sólo sufren violencia extrema, pobreza y falta de oportunidades en su país de origen, sino que también se exponen a otros peligros cuando son detenidos y desplazados en los territorios a los que arriban en busca de una ilusión para mejorar su calidad de vida.
Según el trabajo, 68.409 niños migrantes fueron detenidos en México entre 2016 y abril de 2018, de los cuales el 91% fueron deportados a Centroamérica.
Además, 96.216 migrantes del norte de Centroamérica, entre ellos 24.189 mujeres y niños, fueron devueltos desde México y Estados Unidos entre enero y junio de este año, y más del 90% de los chicos fueron retornados por México.
La Directora Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, María Cristina Perceval, destacó que “en muchos casos, los niños que son retornados a sus países de origen no tienen un hogar al que regresar, terminan endeudados o son víctimas de las maras. El hecho de que se les devuelva a situaciones imposibles hace más probable que vuelvan a emigrar”.
La pobreza es uno de los principales factores que inciden en la inmigración, y se estima que en El Salvador, Guatemala y Honduras –países que se encuentran entre los más pobres del hemisferio occidental-, habitan un 44%, un 68% y un 74% de niños que son pobres, respectivamente.
La violencia es una de las problemáticas más severas a las que se ven expuestos los menores. La publicación de UNICEF da cuenta de que la brutalidad de las maras “está omnipresente en muchas comunidades del norte de Centroamérica, donde los niños son víctimas de reclutamiento forzado, abuso e incluso asesinato”.
En tal sentido, se destaca que “entre 2008 y 2016, en Honduras, por ejemplo, aproximadamente un niño murió cada día por homicidio. Asimismo, en El Salvador, 365 niños fueron asesinados en 2017, mientras que en Guatemala se registraron 942 muertes violentas de niños el año pasado”.
Es por ello que muchos pequeños que son retornados a sus países, sin ningún tipo de apoyo ni de protección, a los lugares en los que ya corrían riesgos antes de irse, “terminan en una situación precaria de desplazamiento interno porque no es seguro regresar a sus hogares”.
El informe también pone en relieve la estigmatización a la que se exponen los migrantes luego de ser expulsados de México o Estados Unidos y tener que retornar a sus lugares de orígenes, y alerta por las experiencias extremadamente traumáticas que pueden sufrir los chicos que son separados de sus grupos familiares.