Por Carlos Baldino (*).- El 6 de enero del 2021 el capitolio es invadido por un grupo importante de manifestantes reclamando que se anulen las elecciones que arrojaron como ganador finalmente a Joe Biden. Donald Trump fue acusado por la prensa de haber incitado el hecho, debido a sus enardecidas declaraciones de fraude electoral.
Por esas horas fue cancelada la cuenta de Trump en Twitter y Facebook, las empresas tomaron esa decisión unilateralmente.
Estas situaciones de “censura” suceden a diario. La censura o la desaparición de hechos en una telaraña de sobre información (otra forma de censurar invisibilizando noticias) son moneda corriente en los ecosistemas oligopólicos de internet. La democratización de la información prometida en la red se volvió -como se esperaba- una quimera.
Más allá de lo mal que nos puedan caer las declaraciones de Trump, una persona que ha despreciado y atacado minorías, defendiendo a la ultraderecha violenta con sus declaraciones incendiarias, en esta situación las empresas tecnológicas fueron juez y parte, sin la participación de ningún jurado. Imaginemos qué sucede cuando censuran o deciden invisibilizar a cualquier persona de a pie u organizada que expresa ideas que puedan hacer mella en sus planes expansivos.
Los datos mandan, pero lo más importante es quiénes los procesan y los convierten en información, qué algoritmos los manipulan, cómo los explotan y qué resultados entregan. Las formas de censura y dirección ideológica son variadas.
El poder del grupo de los seis gigantes llamado GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) es inconmensurable y ha quedado plasmado en situaciones como esta. El alcance, su discurso y el control del flujo de la información -presentes en los dispositivos móviles de todos los habitantes de la tierra con acceso a internet- es mucho mayor al poder mediático de un estado. Por eso la Unión Europea insta al gobierno de EEUU a apoyar el dictado de normas comunes para el control de la Economía Digital. La libertad de expresión no puede ser cercenada por un grupo de líderes informáticos que dictaminan quien no debe ser escuchado o que noticias deben diluirse en una tormenta de información ¿Se podrá evitar un tsunami con una legislación?
Ojo, no todo es censura, también la Unión Europea tiene la lupa puesta sobre las practicas económicas de los Gigantes Digitales y sus hijos menores (Booking, Alibaba, Snapchat, Samsung, etc), quienes absorben comercios físicos e infinidad de emprendedores independientes con tiendas online, sometiéndolos a una dependencia absoluta de estas empresas digitales.
“El modelo de negocios de las plataformas digitales de Internet tiene un impacto no solo en la competencia libre y justa, sino sobre nuestra seguridad y la calidad de la información”, dijo Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea en el último Foro Económico de Davos.
“La regulación de los gigantes digitales no puede hacerse por la misma oligarquía digital”, expreso Bruno Le Maire, ministro Francés de Economía y Finanzas.
Europa desespera ante el crecimiento de los gigantes digitales americanos, la censura a Donald Trump encendió alarmas en muchos países poderosos. El monstruo digital que ayudaron a crear ahora puede devorarlos.
(*) Periodista. Secretario de Juventud de la UTPBA. Miembro de la Secretaría de Juventud y Nuevas Tecnologías de la FELAP. Ingeniero en Sistemas.