28 febrero, 2022

El mundo en 13 hectáreas: de Moreno a la Guerra

Por Lidia Fagale (*).- Todos estamos informados de que se está desarrollando una guerra entre Rusia y Ucrania. Y algunos sostenemos que los organismos internacionales que deben hacer respetar las normas de convivencia no cumplieron o no quisieron cumplir con su papel a tiempo, allanándole el camino a la irrenunciable vocación imperial de los Estados Unidos, su aliado principal, Gran Bretaña, y su “colonia”: la Unión Europea, más su brazo armado la OTAN. Una guerra trae desgracias de todo tipo, profundiza las desigualdades, produce muertes, refugiados, hambre y miseria. Todos lo sabemos.

Algunos dirán que no hay proporción entre este acontecimiento que tiene consecuencias globales y que además modificó el escenario internacional con las 13 hectáreas donde funcionaba el Complejo Cultural Deportivo y Educacional de la UTPBA, en la localidad de Moreno, el que fuera literalmente robado frente al silencio, durante más de dos años de las autoridades políticas nacionales, provinciales y municipales y la justicia.

“Más robo que usurpación” que se fue preparando durante muchos años, apelando a provocaciones que pasaron por la presencia de un grupo comando para asaltar el lugar, incendios de gran parte de la infraestructura hasta destruir el lugar por completo y, finalmente, robarlo. Nosotros lo advertimos y lo denunciamos. Hecho que se concreta aprovechando la vulnerabilidad de sectores sociales por parte de mafias locales vinculadas también a países y provincias argentinas, o a funcionarios locales o referentes políticos que indujeron “activamente”, o por vía indirecta, a la toma del predio.

Dicen que Vladimir Putin con esta decisión de avanzar militarmente en Ucrania no deja margen para negociar la paz y que limita la posibilidad de dejar conformes a todas las partes. También dicen que la UTPBA, con su campaña de denuncia, respaldada por miles de firmas, tampoco da lugar a una instancia de negociación.

¿Cuántos años deben pasar para que nos devuelvan un patrimonio que es colectivo?

¿Cuántas denuncias hubo y hay que hacer para que alguien nos responda, nos atienda, nos escuche? ¿Cuántas puertas hay que abrir para plantear nuestra legitima demanda?

La libertad de expresión también abarca “lo que no se dice”. La omisión deliberada de un acontecimiento que afecta en distintas proporciones a miles o millones de seres humanos es un atentado a la libertad de ejercer nuestro derecho a decir y a actuar en consecuencia. Y esto, también es un derecho inalienable que fortalece la construcción autónoma de un país soberano o de una organización.

Alguien no quiere perder su pretendida hegemonía. Allá lejos, pensamos que es EEUU que creó condiciones para la guerra, ubicando sus tropas en las fronteras de Rusia. Una provocación indisimulable que viola acuerdos. Su recorrido guerrerista e intervencionista nos lleva a afirmar que ese es el papel que se auto asignó para el mundo, exportando “su democracia” como si fuera universal. Inadmisible, cometiendo incluso delitos de lesa humanidad, como el bloqueo a  Cuba, destruyendo países como Afganistán, Siria o Libia, sólo por citar algunos ejemplos. ¿Y en Latinoamérica? Sería tan larga la lista como el número de países que integran la región.

Acá más cerca, basta con tomarse un colectivo y llegamos a Moreno. Allí “las fuerzas de ocupación” utilizan a los hambrientos y sin techo para robar nuestro predio a la luz del día bajo la mirada, no ya indiferente de los organismos internacionales, sino de las instituciones del Estado nacional.

La paz no es sólo un objetivo que se invoca, es una construcción que debe dejar conforme a todas las partes, dicen los entendidos en relaciones internacionales.

Nos preguntamos ¿a cuántas partes debemos dejar conformes? ¿A las mafias? ¿A algunos movimientos sociales interesados en acumular desde una política de usurpación que esconde otros intereses? ¿A las autoridades locales? ¿Al Gobierno Nacional? ¿Al provincial? ¿O a los miles de trabajadores de prensa a quienes les robaron lo que les pertenece?

¿Es demasiado exagerado hacer un paralelo entre nuestras 13 hectáreas robadas y las políticas injerencistas a las que Latinoamérica y otras latitudes del mundo están tan acostumbradas ya sea recibiendo golpes duros, blandos o híbridos como se los denomina ahora, asfixiando económicamente a países, no respetando su soberanía o su autonomía? Pues bien, para quien escribe estas líneas no.

Quieren apropiarse de la UTPBA robando su patrimonio. Y, también, para completar el círculo, como si fuéramos un territorio a conquistar por la fuerza, convertir a nuestro gremio en una colonia con la anuencia de algunos patrones. Otro “Robo del  Siglo” y no es una película.


(*) Secretaria General de la UTPBA.

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