La aplicación de las políticas de ajuste neoliberal condena a generaciones de personas a enfrentarse, cada día, a vidas no elegidas. En el mundo entero, salvo excepciones, millones de niños y adolescentes viven en la pobreza, la indigencia y la ignorancia sobre el valor de la política como herramienta de transformación “versus” la politiquería y sus politiqueros.
En Argentina, 8 millones 600 mil niños y adolescentes padecen dichas injusticias, según la actualización de un informe reciente del observatorio de UNICEF, sin hacer alusión acerca de la diferencia entre política y politiquería, remitiéndose a números “creíbles”, entre comillas y sin comillas.
El organismo de Naciones Unidas para las infancias también alertó que, el presupuesto destinado a la atención de la niñez caerá un 75 por ciento en 2024. Un dato que, como mínimo, deberá verificarse, más allá de los deseos e intereses cruzados desde ambos lados de la grietas y desde los equilibrios y desequilibrios de quienes buscan un punto de apoyo frente a dos hegemonías en plena disputa.
Vale subrayar que en Argentina, el monto de partidas para este sector de la población no crece desde hace más de 12 años, incluidos los de la pandemia y una inflación ingobernable.
Hoy, lo más cierto e indiscutible es la caída de los ingresos familiares, frente al aumento de precios de la canasta básica de alimentos, las tarifas de los servicios y la privación de derechos para niños y jóvenes y el aumento de las condiciones de precariedad y pobreza.