A pesar de las restricciones sanitarias, en respuesta a la pandemia de Covid-19-, el año pasado el número de migrantes en el mundo alcanzó a 281 millones de personas, según la ONU. Son aquellas/os que migran de un país a otro en busca de un futuro mejor, escapando de guerras, invasiones, hambrunas, matanzas y de una criminal crisis económico-social y laboral.
Los datos de la ONU precisan que el 73% de esos migrantes tienen una edad que oscila entre los 20 y los 64 años: una fuerza productiva desplazada de la población económicamente activa a escala mundial y, en muchos casos, nunca incorporada al mercado laboral.
La aplicación de nuevas tecnologías, por fuera de cualquier política de desarrollo socialmente equitativo; el predominio de un sistema financiero global especulativo y la cada vez mayor explotación del trabajo material e inmaterial a menor salario, explican, en gran medida, un grave problema que tiende a agravarse.