Por Martins Morim (*), desde Lisboa.- Portugal va a entrar en la tercera fase del desconfinamiento. El final de las restricciones tiene efecto a partir del día 1 de octubre, fecha en la cual el país pasará del estado de contingencia al estado de alarma.
No debe espantar. Según el sitio de estadística Our World in Data, Portugal está entra en los países con los porcentajes más elevadas de la vacunación completa contra el Covid-19. En el día en que el fin de las restricciones ha sido anunciado, Portugal era el país del mundo con el porcentaje de la vacunación completa más alta: 83,4%. Mientras este artículo es publicado, todo indica que el porcentaje debe haber subido al 85%.
A propósito, escribía esta semana el periódico alemán Frankfurt Allgemeine Zeitung (FAZ): “El pequeño Portugal marcha delante del resto del mundo. Casi 85 por ciento de la población ya está inoculada. Eso es un 20 por ciento más que en Alemania: Según Our Wordl in Data, Portugal es el número uno a nivel internacional. En Europa la península Ibérica está en delantera. España tiene un cociente de la inoculación de casi 77 por ciento. Con este ritmo, podrá alcanzar los 90 por ciento en noviembre, pero en Portugal eso porcentaje será alcanzado antes sin cualquier tipo de imposiciones, como ocurre en Italia”.
Desde que el vice
Almirante Gouveia de Melo asumió la responsabilidad de comandar el proceso de
vacunación, en febrero último, todo marchó sin parar. “Este
uniforme es símbolo para la necesidad de arremangarse la camisa y combatir el
virus “, dijo a la agencia de noticias AP.
En vez de apoyarse, como se hace con la inoculación de la gripe, en los pequeños
centros de la salud pública, Gouveia e Melo comenzó a utilizar sitios grandes como
instalaciones deportivas. Las colas para la inoculación se asemejaron a “línea
de montaje “, como él dijo. “Ganamos una
batalla, pero no sé si ganamos la guerra contra el virus. Eso es una guerra
mundial”, dice Gouveia e Melo.
Pero, realza también el periódico alemán, que esto nunca sería posible sin la confianza
que los portugueses tienen en los militares desde la Revolución de los Claveles
de 1974, así como en su Sistema Nacional de Salud.
Y el FAZ recuerda que ya antes del Covid la tarea de vacunación contra sarampión,
rubéola y papera es de 95 por ciento, bien superior a la media de Unión
Europea. Una explicación ha sido dada por el epidemiologuita e investigador del
Instituto de Medicina Molecular de Lisboa, Pedro Simas: “La primera campaña nacional de vacunación ha sido en 1965. Gratis y
abierta a toda gente. El suceso ha sido enorme y desde entonces comprenden bien
los portugueses los beneficios individuales y colectivos de las vacunas y
mantienen la confianza en los médicos y la medicina”.
Alegría continúa
La decisión, anunciada el pasado hueves, día 23, por el primer ministro Antonio Costa, ha sido recibida con alegría, sobre todo en los sectores de actividad más agraviados por la pandemia. Y claro por los jóvenes. Pero de un modo general se puede hablar de una alegría moderada. Los portugueses tienen todavía bien presente en la memoria la mala experiencia del verano último y de las fiestas navideñas de 2020.
Una de las medidas restrictivas que ha caído es la obligatoriedad de presentar el certificado digital covid-19 para tener acceso al interior de los restaurantes; Deja también de ser necesario presentar el certificado digital para acceder a los hoteles y a las lecciones del grupo en gimnasios (deporte), en cuanto bares y discotecas podrán funcionar, pero sus clientes deben presentar certificado digital de la vacuna.
Bares y discotecas son prácticamente las únicas actividades que, desde el inicio de la pandemia, han estado cerradas permanentemente.
Preguntado sobre la razón por que será necesario presentar el certificado digital en esos espacios y no en los restaurantes, el primero ministro explicó que “la opción sería mantener el uso obligatorio de mascarilla”.
El uso de la mascarilla continuará siendo obligatorio en los transportes públicos, hogares de ancianos, hospitales, grandes superficies comerciales y en salas de espectáculos o acontecimientos como congresos y actividades similares siempre que no sea posible guardar una distancia de dos metros entre la gente. Por otra parte, la mascarilla no será obligatoria en los espacios exteriores de las escuelas, es decir, en los recreos.
Poder caminar en la calle sin mascarilla es de nuevo una sensación maravillosa, pero eso no significa ni debe permitir que se piense que la pandemia terminó.
Esta es, como subrayó Antonio Costa, una fase de “responsabilidad individual” y consciencia cívica sin las cuales no será posible alcanzar el bienestar colectivo. Es decir, termina el régimen de aplicación de medidas coercitivas/obligatorias y se pasa al régimen de más responsabilidad individual, colectiva y organizacional.
La realidad demuestra que todo esto, y el proceso de vacunación, son el camino, quizás no el más rápido, pero si el menos más seguro para lo que vendrá próximamente en términos de normalidad.
Pero, claro, a partir de ahora hay que contribuir colectivamente para una larga etapa de recuperación económica y social. Y hay serios motivos de preocupación. El confinamiento ha tenido efectos severos en las compañías, en el trabajo, las rentas y la consumición.
Sectores de actividad como hotelería, la restauración y los servicios de apoyo registraran las pérdidas más grandes de puestos de trabajo, pero el riesgo del derrumbamiento/colapso de sectores como el turismo y los transportes continúa siendo una gran preocupación.
En realidad, prácticamente todos los sectores de actividad han sido afectados y no todos se irán recuperando de mismo modo y al mismo ritmo. Basta recordar que entre los que más han sufrido y sufren están nos trabajadores informales. Hay paro o trabajo precario en el sector formal, donde han aumentado los sígnales de incumplimiento de las leyes laborales.
Por lo tanto, aún sea un placer caminar sin mascarilla, nos debemos olvidar lo mucho trabajo que hay todavía delante de todos. Desde luego en el plano sindical y gremial, de vigilancia y de combate. Porque nunca nada es regalado.
Entretanto, en el proseguimiento del combate al virus SARS Cov2, Portugal aguarda apenas que la Autoridad Europea del Medicamento de luz verde para aplicar la tercera dosis, comenzando con la populación de más de 65 años.
Portugal ha alcanzado ya el 83% de población vacunada. Está a 6 puntos porcentuales del total de la población a inocular (el 89%), ya que el 11% es menor de 12 años.
Y también se encuentra Portugal entre los países que, desde el principio de septiembre, puede vacunar con la 3ra dosis a todos los mayores de 16 años con inmunosupresión.
La recomendación de la Dirección General de Salud (DGS)
fue el 1 de septiembre, luego de que la Comisión Técnica de Vacunas y el Centro
Europeo del Control de Enfermedades consideraran que esta aplicación es
recomendada “para aquellos con el
sistema inmunológico seriamente se debilitado, como parte de su vacunación
primaria”.
(*) Periodista