Por Purísima Gaune Blanco (*), desde Santiago de Chile.- Hace décadas que manejamos la expresión Inteligencia Artificial (IA) como un concepto que engloba las múltiples posibilidades que ofrecen los avances tecnológicos.
Por supuesto que esto llegó al área de las comunicaciones, y en espacial al periodismo. En el mundo, son muchos los medios de comunicación que ya están utilizando herramientas de IA para generar contenidos en temas como las finanzas y el deporte, por nombrar algunos.
Se abre, entonces, un debate: Si los robots escriben historias, ¿Qué hará ahora el periodista? Los fatalistas hacen sonar las alarmas: ¡Nos quedaremos sin trabajo!
Pero otros sostienen que liberar a los periodistas de tareas rutinarias les permite dedicarse a temas donde se requiere análisis e investigación para darle mayor valor a la información que se entrega al público.
Los optimistas argumentan: En una época en que la verdad parece tan frágil y esquiva entre tanta desinformación, y donde las audiencias eligen fórmulas rápidas para informarse, la participación del periodista es más trascendente que nunca.
Una máquina, un bot, no sustituye lo esencial de nuestro trabajo que es seleccionar, jerarquizar, valorar datos para ofrecer la noticia en forma veraz y oportuna.
Los problemas del periodismo actual como la manipulación política, la no constatación de fuentes, la falsedad y el sensacionalismo, claramente, no son culpa de la Inteligencia Artificial.
El periodismo puede sobrevivir en esta era digital si se apoya en la tecnología, pero sin olvidar los principios fundamentales como la ética, el rigor y la veracidad.
La clave parece estar en instalar la Inteligencia Artificial al servicio de la Inteligencia Humana.
(*) Presidenta Círculo de Periodistas