31 agosto, 2021

Este banco enamorado


Este banco enamorado de mi sueldo 
que me roba cada día mi jornal… 
Adaptación de canción popular española.  

Por Leticia Amato (*).- El matrimonio se las arregla como puede, dicen, dentro de su hogar: un cinco puertas, modelo 2008. Antes de que llegue la noche, buscan un lugar seguro donde estacionar, el señor reclina el asiento de adelante y en seguida se duerme. La señora, se acomoda con dificultad en la parte de atrás del vehículo cargada, además, con las pertenencias que pudieron recoger antes de dejar su casa, pero ella se despierta varias veces y llora.

Así viven dos de los 6 millones de norteamericanos que se estima “perderán” en los próximos meses su vivienda.   

Solo en Los Ángeles, son casi 17.000 las personas que pernoctan en sus automóviles a falta de un hogar digno y la foto de familias incrustadas en los coches a la vera del camino conforma la visión, cada vez más frecuente, de las ciudades con mayor densidad de población de los Estados Unidos.

La cifra, que las estadísticas muestran en constante ascenso en relación a años anteriores corresponde, en general, a trabajadores informales o de pocos recursos para quienes la posibilidad de adquirir una propiedad es absolutamente impensada y afrontar el pago mensual del alquiler comenzó a ser una seria dificultad también. Normalmente son familias o personas que trabajan, la mayoría de ellos nuevos en la calle, según Los Ángeles Times. No me sorprendió ver que más personas se están mudando a sus vehículos, porque las rentas aumentan más rápido que los ingresos. Hay familias que aún trabajan, pero tuvieron que tomar la triste decisión de mudarse a sus autos, sostiene Va Lecia Adams Kellum, presidenta de una organización de servicios para gente en situación de calle.  

Como una jauría de perros hambrientos mordiéndoles los talones, a este desolador panorama se le suma la caducidad inminente de la ley que prohibía ejecutar los desahucios durante la pandemia. La nueva “death line” que el Congreso de EE.UU fijó para que se liberen las propiedades que ya no se pueden pagar, apenas dilata la ausencia de solución al grave problema de vivienda que afecta a millones de ciudadanos norteamericanos y residentes en ese país.    

Aunque EE.UU no es el único que enfrenta una nueva crisis habitacional. Al otro lado del ancho mar, el mercado inmobiliario azuzado por la timba financiera también tambalea en Nueva Zelanda, Canadá, Suecia, Noruega, Reino Unido y Dinamarca. 

Por su parte, en España (donde 1 de cada 5 ciudadanos vive sobre la línea de pobreza) casi 30.000 personas perdieron su casa sólo durante 2020. Esto se debe, en buena parte, a que aún hoy, la afamada burbuja financiero-inmobiliaria que comenzó en 2008 con el auge de las “hipotecas subprime” -hipotecas basura, es decir, plagadas de cláusulas abusivas para quienes las obtuvieron- en EE.UU y que repercutió en muchos otros países, se sigue cobrando dólares y víctimas. 

De este modo son los bancos y los conglomerados financieros, amparados por el sistema judicial, los grandes beneficiarios de la hecatombe habitacional que ya ha dejado en España a un millón de personas sin casa y con deudas siderales. Todos los bancos que están desahuciando familias se quedan con miles y miles de viviendas y se convierten en las grandes inmobiliarias de este país. La banca española y la banca internacional han estafado a miles y miles de familias impunemente, afirma Mercedes Revuelta García, miembro del comité de Derecho a la Vivienda de España.   

“Este banco enamorado de mi sueldo, que me roba cada día mi jornal yo le digo que no tengo más dinero y él me dice que me va a desalojar. Me obligaron a añadir muchos más ceros, a la deuda imposible de pagar y al final me echaron a la puta calle sin derechos y sin pestañar…” se escucha cantar por las calles de Madrid.  

(*) Periodista. Secretaria de Asuntos Profesionales de la UTPBA. Miembro de la Secretaría de Juventud y Nuevas Tecnologías de la FELAP. 

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Periodista cubano. Presidente de Honor de la UPEC) y de la FELAP.
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