1) Para ciertos seres que parecen no habitar este mundo, salvo para hacerse del producido de otros seres y disfrutar de ello, lo humano forma parte de una exterioridad en la que, obviamente, no se incluyen. Uno de ellos, presidente y CEO de la multinacional Salesforce, dijo parado en esa plataforma de extraterritorialidad que “estamos entrando en una nueva era donde los ´agentes autónomos´ (el salto a una mayor libertad de la Inteligencia Artificial, que tiene juego propio por fuera de la propia IA, según explican, y que en esta etapa se reproducirán por millones) pueden escalar para ofrecer una fuerza laboral sin límites, mientras humanos y agentes colaboran para potenciar el éxito de los clientes”, una categoría, la de clientes, que ese pensamiento parece ubicar en otra esfera.
2) Cerquita en el tiempo, alguien reflexionó, con una sonriente satisfacción, que “en el mundo que viene, lo humano será el nuevo lujo”. Se trata de una persona que dice ser un Branding, actividad que él define como “el alma de la marca, de la empresa, de la organización, del destino, del país”. Pavada de responsabilidad para un solo.
3) El Señor Branding dice, sin poder adjudicarse ninguna originalidad en sus dichos, que el 55% de las personas cree más en las empresas que en los políticos para cambiar el mundo (¿Qué querrá decir cuándo dice cambiar el mundo?) y resolver sus problemas y como ejemplo, escasamente novedoso, menciona “la influencia impresionante que tienen en nuestras vidas Google, X, Amazon, Open AI, Microsoft. ¿Dónde consumen información los jóvenes? En las redes, básicamente”.
4) Las redes y los jóvenes, dice el Señor Branding, actores claves para que el diccionario de Oxford, prestigio y marketing al servicio del lenguaje, eligiera la palabra Brian Rot (algo así como podredumbre cerebral en un castellano para nada mal pensado) como la palabra de 2024. Algunos dicen que esa es una manera de reírse de la era digital y no una nueva palabra que señale consecuencias. Una era que desde comienzos de siglo, al decir del Señor Branding, tuvo su foco en lo tecnológico y no en lo humano, por lo que el sector que se apropió de lo planificado, gestionado, producido, comercializado y vendido en el mundo durante ese período se ubica en esa extraterritorialidad que señalamos. Con la pandemia jugando a favor del enfoque.

5) Precisamente los dueños de esos grupos que cabalgan sobre el motor de la economía de este siglo (se repite: Google, X, Amazon, Open AI, Microsoft, Meta, Apple) en estos días fueron visibles para todos, porque estuvieron en la primera línea en la asunción de Donald Trump para expresar el respaldo que no existió en su anterior presidencia, cuando el líder de la Casa Blanca los tenía como enemigos; Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Sundar Pichai, Tim Cook, Shou Zi Chew (Tik Tok), Jensen Huang, Larry Ellison, Sam Altman también estuvieron, la mayoría de ellos, en esas publicaciones en la que hacen ostentación de miserable opulencia, dado que algunos de ellos proyectan sus fortunas por primera vez de modo billonario, en dólares claro y lucieron su delictiva y sangrienta riqueza en informes que alguna ONG giró al Foro de Davos, donde el dato que si las 10 personas más ricas del mundo perdieran el 99% de su fortuna seguirían siendo multimillonarios es un juego aritmético, tampoco novedoso, trivial en ese contexto, aunque perverso si se lo espeja con los 3.500 millones de personas, el 44% de la población del mundo, que vive en la pobreza, según ese mismo informe con destino de figurar en líneas como estas y en los tachos de basura de ese magno encuentro anual de ricos, muy ricos y pretendientes de riquezas. Esos que consideran natural, inevitable y necesario lo que les pasa a los 3.500 millones. Tan natural, inevitable y necesario como aceptar el encuadramiento imperial a cambio de la inexistencia de controles y filtros y de ser los más férreos y refractarios agentes contra la ideología de género, el medio ambiente y la llamada cultura woke.
6) Una economía, esta economía, de desigualdad ilimitada y de dirección única: protege, alienta, crea condiciones, ejerce una defensa integral de los dueños de las cosas, ganadores, propietarios o ingenuos arrendatarios, de un sistema, el capitalismo, que se quedó con todos los amaneceres, en el tramo final de un siglo y comienzos del actual, en el que llevó adelante, con apreciable éxito, una tarea militar y ocupacional de una enorme y criminal destrucción, y una intensa labor de explosión tecnológica a escala planetaria, eficacísima en su velocidad y alcance y crucial para consolidar intereses convenciendo a los afectados (batalla cultural a la que resignifican desde el lugar del explotador, término en desuso diría el diccionario de la Real Academia Forbes). En el primer caso sin privarse de acumular por millones cadáveres y muertos en vida; en el segundo imponiendo las reglas de juego, presentes y futuras, con un saldo, exiguo, de beneficiarios detectables pero impunes, que poseen una gran capacidad antimisilística social anticipatoria que surge de ser los autores del libreto por el cual la mayoría de la humanidad camina a un matadero con luces de neón, a favor de un sistema que los coloca en disponibilidad (pero conectados).
7) Uno de ellos, el inefable Elon Musk (cuyo saludo nazi el día que asumió Trump fluctuó, según desparejas miradas, entre un gesto temible y una manipulación Woke, con una estación “amigable” que decía que no formaba parte de ningún protocolo previsto), también en estos primeros días de un movido 2025, alertó que el riesgo que atraviesa el mundo no es la falta de agua sino la falta de energía, insumo fundamental para sus empresas –y empresas como las suyas- que ha crecido exponencialmente y que lo hará aún más por lo que demanda la Inteligencia Artificial Generativa. Morir de sed cuenta menos que desarrollar el ChatGPT. Aunque el DeepSeek, la Niña Bonita que acaba de lanzar al mercado China, tendría un costo 18 veces menor que la creación de OpenAI y su superior calidad –dicen los especialistas, con una velocidad acorde a estos tiempos- significa un cimbronazo entre los gigantes tecnológicos y en la bolsa, a menos de una semana de asumir Trump, quien anunció entre sus primeras medidas una inversión de 500 mil millones de dólares en esa industria.
8) Una energía pensada hoy para garantizar conectividades, nuevas tecnologías en manos privadas, competencia comercial, servicios de inteligencia, producción armamentística, que permitan seguir sosteniendo, y ampliando, el ritmo de crecimiento del exclusivo mundo del 1%, que sigue sumando socios, aunque en cuenta gotas, y que impone la hoja de ruta a los gobiernos haciendo pie en los Estados Unidos, con Trump como garantía. Mientras, esos humanos que no existen o que, siendo optimistas, permanecieron en el banco de suplentes en los últimos 20 años, tratan de encontrarle alguna vuelta a sus ingresos, a dónde vivir, a cómo atender su salud, su educación y, una vez más, a cómo tener trabajo.
9) Por eso, hay que prestarle atención al Señor Branding, no nos olvidemos de él, quien aporta una idea para transformar las organizaciones en humano-céntricas (“hay que volver a entender que una empresa son personas, que los empleados son personas, que los clientes son personas”, nos aclara, didáctico): propone la rehumanización y para eso la palabra es RehumanIA, en vez de rehumana es rehumanIA. Algo así como la Inteligencia Artificial pariendo una nueva humanidad.
10) Claro que entonces podríamos recurrir a Ramón Lopez de Mántaras, un científico, especialista en IA, español, quien sin renegar, todo lo contrario, de su condición de convencido en la materia, dice, como dijo, que “aunque algo sea técnicamente posible de hacer es preciso preguntarse: ¿lo debo hacer?”, una pregunta a la que sumamos otras tres: ¿por qué, para qué, cómo?, sobre todo teniendo en cuenta lo que dice el propio científico cuando se refiere a la posibilidad de las regulaciones: en Estados Unidos el modelo está basado en los beneficios económicos, es el modelo de las grandes empresas tecnólogicas Google, Amazon, Apple, Facebook, Microsoft y otras como OpenAI…la mentalidad operante es la de Silicon Valley basada en que las dejen hacer, que no las regulen, intentan convencernos de que ya son conscientes del problema y que ya lo harán bien…pero el problema es que están atrapados (alto aquí: ¿atrapados por quien, si se trata de la lógica del sistema que ellos defienden?) en una espiral competitiva enorme para ver quien se lleva el trozo de pastel más grande del mercado de la IA generativa y por lo tanto dicen unas cosas y hacen otras. Y los gobiernos no se atreven a regular.

11) Vieja historia. Un clásico, diríamos. Aunque haya un mundo que algunos (no todos, seamos francos) se obstinan en verlo amanecer desde una IA. Sin embargo, en este mundo de apologistas en línea de lo inhumano, ahí andan los virus troyanos para recordarnos que existió un Caballo de Troya o una frase de Catón puesta en una remera de Mark Zuckerberg, “Carthago delenda est” (Cartagho debe ser destruida), para advertirnos, con otros objetivos por destruir y otras fantasmagorías por construir, sobre capacidades y deseos de esos que están muy, muy arriba de todos y que saben todo sobre nosotros. De pronto aparecen tiempos de AC no de IA que acuden en ayuda (aunque los troyanos revistan en la categoría de doble agentes) de los integrantes del club de la riqueza extrema, aunque estos descrean de la historia y de los clásicos.
12) Por esto último, por concepto y por estilo, la remera negra de Mark no podría llevar escrito en mis tiempos de estudiante le tomé una gran antipatía a Catón el Censor. La profesora de historia parecía encontrar extraordinario que al término de cada discurso…Catón repitiera la misma frase: ceterum, censeo Carthaginem ese delendum que nuestra profesora resumía en un vibrante Delenda Carthago!…más de 40 años después, me inclino con respeto ante la insistencia de Catón, y de mi profesora; ahora sé que no debemos cansarnos jamás de repetir que al fascismo hay que destruirlo allí donde se lo encuentre, aunque ignoro si los especialistas ven en Cartago un antecedente. Si Catón viviera entre nosotros nos diría una y otra vez Delenda Pinochet, dijo en 1975 Julio Cortázar . Y “Delenda est Britannia”! le gritaba Samuel Tesler, el poeta villacrespense, a Mister Chisholm, en una discusión que terminaba con un “que nos devuelvan las Malvinas”, en el Adan BuenosAires de Leopoldo Marechal.Claro que el poder injusto, el que ejerce Mark, tiene la realidad a su favor. Y la frase juega para ella.
13) Pero hay otros clásicos, aquellos que cruzan la historia sin escarmentar, que no se dejan ganar por lo vetusto, lo viejo, lo antiguo, lo rancio aunque quien los ataca –representando el fundamentalismo del liberalismo liberal libertario- pretenda bajarlos del ring . El escritor alemán Goethe, nacido en 1749, dijo respecto de los liberales que a muchos escritores (músicos, cineastas, pintores, políticos, economistas, youtubers, influencers, emprendedores agregamos nosotros) las cosas les resultan fáciles hoy en día porque el público entero les sirve de suplente. Ninguno de ellos (incluidos los agregados) estamparía “ni una sola frase que sus lectores no hayan plebiscitado de antemano”, ( Saer dixit).
14) Los años cuentan para la historia, pero los que fueron capaces de interpretar ideas y realizar creaciones transformándose en clásicos, son la historia. Como Carlos Marx, por citar un ejemplo que suele quedarnos a mano cuando de historia y lucha de clases se trata. Y como tal pueden ser víctimas de deformaciones, mentiras, cancelaciones, mucho más en momentos en que no surgen sujetos, individuales y/o colectivos que las corporicen con vitalidad, decisión y convicción, tradicional estilo de quienes no escarmientan. Expresiones pálidas, lavadas, con un límite claro en el sentido común son instigadas a rechazar esos clásicos para sumarse a otros clásicos cuyos voceros e ideólogos evitan ser reconocidos en esa condición, involucrados como están en superar, dicen, siglos de retraso, que lleva, paradójicamente, el signo de un sistema, el capitalismo, por el que están dispuestos a dar la vida (de los demás, según las estadísticas).
15) El ya citado científico español López de Mántaras dijo, con absoluta sencillez, en relación a los alcances del ChatGPT que “la gente no se da cuenta que escribir es pensar. Porque antes de ponernos a escribir pensamos mucho, organizamos nuestras ideas”. Algo que hace, muy bien, una compatriota suya, Belén Gopegui, que piensa y escribe: cuando hay una lucha desigual y ganan los privilegios y pierden los derechos, cuando se exprimen cuerpos, y el tranquilo discurrir de los años, eso queda en el haber de la victoria injusta y no en los sueños exterminados. Que la injusta victoria asuma la vergüenza de los materiales que la fundaron y la siguen fundando cada día. ¿Y nosotros?, nos preguntamos, “no es lo mismo perder una pelea que aceptar una derrota. No la acepten. Nunca”, pensaron, escribieron y hacen quienes se identifican por hablar Desde el estribo.
Se trata de existir. No de ser existidos.