30 noviembre, 2021

Grandes

Por Leticia Amato (*).- Mil veces intenté quedar dormido,
más fue inútil empeño,
admiraba a Almudena y es sabido que
a mí la admiración me quita el sueño…
Ramón de Campoamor

Este proyecto me ha dado sobre todo una satisfacción moral porque la Resistencia contra el franquismo se ha quedado fuera del relato oficial, no forma parte de la historia y nadie les ha reconocido y nadie les ha dado las gracias.

Así relataba Almudena Grandes el proceso que la llevó a escribir su último y complejo trabajo, “Episodios de una guerra interminable”, compuesto por cinco volúmenes que se publicaron a lo largo de los últimos diez años, desde 2010 a la fecha. A partir de un estudio exhaustivo del tema que la obligó a reconocer que, a pesar de haberse licenciado en la carrera de Historia, de la Guerra Civil no sabía nada, las novelas narran historias desconocidas, personajes olvidados y episodios flagrantemente ignorados que formaron parte del movimiento de la Resistencia contra la dictadura de Franco durante la Guerra Civil española.

Los enemigos de la memoria dicen siempre de la memoria que es un atraso, que hay que dejar en paz el pasado. Lo que no entienden es que la memoria no tiene que ver con el pasado, sino con el presente, con el futuro porque es clave en el proceso de identidad de las personas y los pueblos.

Con la evidente coherencia ideológica que signó su vida y su oficio de escritora, Almudena Grandes publicaba, en 1989, su primera novela que, por varios motivos, revolucionó el mundo de las letras dentro y fuera de España: “Las edades de Lulú”.

La obra de una entonces novata, imaginablemente, se convirtió en seguida en un boom editorial, un año después Bigas Luna la llevó a la pantalla grande y en poco tiempo ya se había traducido a 20 idiomas.

“Las edades de Lulú”, que no conoció límites en su osadía, instaló un profundo debate político y social en la España “democrática” de la década del ´80, en la que el sistema de valores morales persistente aún obedecía al impuesto por la cultura de la dictadura franquista. Es una declaración de principios de ruptura con el pasado, como diría la propia autora.

Por otra parte, el texto se valió de un altísimo voltaje erótico-ni insinuado ni romantizado sino todo lo contrario- para problematizarla represión de toda índole, incluso sexual, que vivió España durante los 40 años de régimen franquista. Es una novela que tiene una carga ideológica considerable, inquietante, que anda un poco sobre arenas movedizas y no se parece en nada a lo que se conoce hoy como literatura erótica, explicó la escritora.

La vida sexual de una joven, los matices del deseo, los excesos de todo tipo, habían sido escritos, además, por una mujer que, para peor, apoyaba la causa republicana en una sociedad y una época en la que la pregnancia del conservadurismo fascista aún hacía mella.

Esta primera obra de Almudena Grandes marcó un hito en el frondoso universo de la literatura española porque antes de “Las edades de Lulú”, el erotismo era escrito por varones, los personajes femeninos eran construidos como objetos de deseo exclusivo del varón y concebidos para el consumo masculino. En este sentido, el  gran acierto de Almudena fue, precisamente, otorgarle a su protagonista la dimensión de sujeto de deseo, autónomo y actuante de su sexualidad.

Almudena Grandes, con su inmensa pluma, sensata y transgresora, sostuvo desde la primera a la última letra la convicción de que la democracia española se asentó sobre la tierra fangosa del olvido y la negación.


(*) Periodista. Secretaria de Asuntos Profesionales de la UTPBA. Miembro de la Secretaría de Juventud y Nuevas Tecnologías de la FELAP.

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