P- ¿Cuáles son las dificultades que estás atravesando en el plano personal, profesional o laboral en el marco de la pandemia?
R- Algo negativo del aspecto laboral fue que en apariencia el teletrabajo era algo cómodo. A lo largo de dos años percibí que no estaba en contacto ni en el día a día de mis compañeros de trabajo; perdimos la cotidianidad de saber cómo estábamos y de conocer las dificultades; también de poder contar las mías.
Sucedió que hubo cambios en las condiciones laborales y la imposibilidad de sociabilizar esos problemas. Porque, obviamente, la fuerza de un reclamo a nivel individual o segmentado es muy diferente a poder hacerlo de manera grupal. Como decía Maquiavelo, divide y reinarás, entonces estábamos aislados, inconexos entre nosotros.
De a poco fueron cambiando para mal las condiciones laborales. Pasamos a estar súper conectados, con horarios y días no limitados y por más que no estabas efectivamente trabajando, tenías que estar conectado porque en cualquier momento te podía llegar un whatsApp, un mail, o pedir una video conferencia. Al no estar encuadrado en un espacio físico y temporal delimitado, terminó y termina, siendo agotador.
P- ¿Qué opinión te merece la falta de respuesta ante nuestro reclamo con respecto al predio de UTPBA en Moreno?
R- Tuve la suerte de disfrutarlo. Es un lugar hermoso y me invade una tristeza enorme con una sensación de impotencia, porque es un espacio que podríamos disfrutar con los compañeros y nuestras familias. Tener un día al aire libre, con una pileta hermosa, un espacio común para poder cruzarnos. Pero más allá de la tristeza, lo que más me duele es la impotencia.