Por Leticia Amato (*).- “Las imágenes de los medios de difusión masiva son máquinas insistentes hechas para que florezcan y triunfen, estúpidos y soberbios, los estereotipos.La angustia que estas imágenes suscitan nace de la misma abundancia, de su vehemente carácter de mercancías, multiplicadas ad nauseaum por las industrias culturales. Propagandas silenciosas.” Ignacio Ramonet.
En otras palabras, el impacto que producen las imágenes en la psiquis humana, es un asunto harto estudiado desde el siglo XIX por la publicidad, la que, además ahora, se sirve también de las novedades que ofrecen las neurociencias para golpear exacta y certeramente allí donde se fabrican los hábitos de consumo de las sociedades actuales.
Sin embargo, lejos del maremágnum mediático-publicitario con el que las empresas de comunicación perforan, invaden y cooptan nuestro cerebro en función de sus intereses económicos –cada vez más diversificados-, resulta interesante hallar aquellas otras imágenes que narran un relato diferente al impuesto.
Algunas de las fotografías que recopilamos aquí fueron disparadas por observadores anónimos pero protagonistas directos de las mayores tragedias de la humanidad así como también de las mínimas catástrofes cotidianas que nos asolan día a día. Otras fotografías son obra de testigos avezados, profesionales que supieron capturar en una fracción de segundo una imagen que denuncia, que evidencia, que grita, que reclama.
Se trata de un recorrido que rescata a la fotografía de las garras del autorretrato compulso para devolverle su carácter social y desde allí nos recuerda que la lucha por un mundo menos horroroso no cesa y que, en muchas ocasiones, son las mujeres quienes encarnan –contra todo estereotipo- estas batallas.
(*) Periodista