Por Fernando Castro (*).- En junio del 2022 la empresa israelí AI21 Labs creó una IA (Inteligencia Artificial) basada en los fallos y las respuestas de la jueza de la corte suprema norteamericana, Ruth Bader Ginsburg, fallecida en septiembre de ese año. Este trabajo (el cual se puede encontrar en https://ask-rbg.ai/#ask) y otros más tienen como objetivo lograr una “justicia libre de una carga humana, de subjetividad, prejuicios y otras características del ser humano”.
La IA es utilizada por la justicia en distintos lugares del mundo para cotejar pruebas, anunciar derechos, análisis de imágenes, etc. Las empresas desarrollan cada vez más las tecnologías de este tipo. El caso de PROMETEA (Sistema de asistencia virtual para la redacción de documentos judiciales) es un ejemplo de software que utiliza IA para realizar un dictamen.
Los comienzos de aplicación de este tipo de herramientas nos remontan a 1998, en Estados Unidos, el programa Compas (Correctional Offender Management Profiling for Alternative Sanctions) analiza los antecedentes del imputado y con un cuestionario que debe responder el mismo realiza un cálculo de posibilidad de reincidencia.
Tanto la UNESCO como otros organismos internacionales están involucrados en la capacitación y desarrollo de esta tecnología, entendiendo que se puede buscar una trazabilidad y uniformidad en todos los ámbitos de la justicia.
Los resultados en países donde se utiliza esta herramienta demuestran distintas fallas.
Como toda tecnología que utiliza algoritmos de IA requiere de una gran base de datos teniendo representación de todos los sectores sociales, que no contenga ningún sesgo, y que principalmente no utilice lo que se dice “caja negra o deep learning”, sino que, al contrario, sea un algoritmo abierto, trazable y auditable.
Este, como muchos otros avances tecnológicos deberá ser analizados por la “política” y la sociedad en su conjunto para que no sea una herramienta de desplazo del ser humano como fuerza de trabajo.
Así mismo, ningún sistema o aplicación tecnológica garantiza no ser corrompido. El historiador noruego y activista por los derechos civiles Christian Lous Lange afirmó: ‘’La tecnología es un siervo útil, pero un amo peligroso’’.
(*) Pro Secretario Gremial-UTPBA