7 septiembre, 2016

León Tolstoi: ante todo la realidad

Por Juan Ignacio Ruíz (*).- León Tolstoi sigue siendo, a más de cien años de su muerte, uno de los autores más destacados de la literatura mundial. Identificado con la corriente realista de la literatura, nació el 9 de septiembre de 1828 en Yásnana Poliana. Fue el cuarto de los cinco hijos del conde Nikolái Ilich Tolstói y la condesa Mariya Volkónskaya.

Quedó huérfano muy joven y pasó a vivir luego con dos de sus tías. Con sólo 15 años, en 1843, ingresó en la Facultad de letras de la Universidad de Kazán, pero al poco tiempo decidió estudiar derecho.

Fue durante su etapa como universitario que conoció la obra del filósofo francés Jean Jacques Rousseau, que resultó ser una influencia determinante en su vida.

Sus tres primeras obras, Infancia, Adolescencia y Juventud, son consecuencia de una necesidad personal de Tolstoi de escribir una novela autobiográfica. Casi al mismo tiempo en que concluyó Juventud creó Relatos de Sebastopol, en donde describe como testigo a una de las grandes batallas de la Guerra de Crimea.

Entre 1957 y 1961 realizó una serie de viajes por el extranjero, en donde conoció de cerca el sistema educativo en Francia y Alemania, del cual tomó elementos para luego abrir en su localidad natal una escuela para niños campesinos.

En 1862 se casó con la también escritora Sofía Behrs, miembro de una prominente familia moscovita, con quien construyó una numerosa familia constituida por trece hijos.

Al hablar de Tolstoi no pueden soslayarse dos de sus obras más difundidas y reconocidas de todos los tiempos y clásicos del realismo: Guerra y paz (1865-1869) y Ana Karénina (1867-1869).

En Guerra y Paz, realizó un retrato pormenorizado y detallado de la sociedad rusa que se encuentra sometida y acosada por la Francia napoleónica, mientras que en Ana Karénina, describe las costumbres de los aristócratas y la de los campesinos, qué es lo bueno y lo malo de acuerdo a la religión, dado que para las dos clases sociales juega un papel muy importante.

Tolstoi fue uno de los grandes exponentes del realismo literario, junto con Fiódor Dostoyevski, Honoré de Balzac, Henri Beyle (Stendhal), Benito Pérez Galdós, Gustave Flaubert y Charles Dickens, entre otros.

Atribulado por el contraste entre sus posesiones materiales y sus principios morales, y por las constantes disputas con su mujer, quien se oponía a deshacerse de sus bienes, el 10 de noviembre de 1910 Tolstoi empacó unas pocas cosas y se alejó de su hogar.

Durante unos días nada se supo de él. El implacable otoño ruso no era para un octogenario vagabundo. A los pocos días, Tolstoi contrajo neumonía y fue atendido por la familia del jefe de la estación ferroviaria de Astápovo, pero su condición era muy crítica. Su mujer apenas logró verlo en las horas finales de agonía. Falleció el 20 de noviembre de aquél 1910. Dejó tras él un legado literario único, que tuvo adaptaciones de sus obras por docenas tanto en cine como en teatro. Como pocos autores, logró describir la realidad social dentro de un marco histórico, y a sus personajes como productos de ese entorno, atravesados por una época o una clase social.

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