Por Sergio Torres (*).- El escritor estadounidense de ciencia ficción Ray Bradbury alguna vez dijo, en referencia a su novela distópica Crónicas marcianas: “No estaba prediciendo el futuro, estaba intentando prevenirlo”. La ciencia y los avances tecnológicos generalmente son presentados como hitos que conllevan en sí mismos una mejora en las condiciones de vida de las personas. ¿Será tan así?
Stephen Hawkins, físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico advirtió solo horas atrás acerca de la necesidad de “controlar” la inteligencia artificial que viene cobrando protagonismo en los últimos años y todo indica ganará aún más espacio en la vida cotidiana en el fututo inmediato.
“Debemos ser conscientes de los peligros (de la inteligencia artificial), identificarlos, usar las mejores prácticas posibles y prepararnos por adelantado para las consecuencias”, señaló Hawkins mediante una teleconferencia para la inauguración del Web Summit de Lisboa, la mayor conferencia tecnológica del mundo.
Y ahondó en el tema con una definición rotunda: “El desarrollo de la inteligencia artificial podría ser lo peor o lo mejor que le ha pasado a la humanidad”. Para ello Hawkins se valió de dos ejemplos opuestos. Consideró que puede traer alivio a la pobreza y las enfermedades o amenazar millones de puestos de trabajo.
¿Pero de qué depende que sea un avance en beneficio de las grandes mayorías para alejarlas de la pobreza y las enfermedades o un modo de liquidar empleos y empleados por millones? Solo una respuesta es posible: quien desarrolle y controle la inteligencia artificial estará en condiciones de decidir qué hacer y hacia dónde orientar su implementación y usufructo.
Hasta aquí la inversión en creación y compra de startups (empresas emergentes en busca de capital para desarrollarse) por parte de los gigantes como Google, Apple, Twitter o Intel es multimillonaria y nada indica que este rumbo vaya a variar o detenerse. En otras palabras, el capital concentrado o bien invierte en desarrollar o en absorber negocios vinculados a la inteligencia artificial.
Si bien el futuro en sí mismo es una conjetura, y por lo tanto no puede ser anticipado exactamente, nada indica que los medios de producción materiales o simbólicos vayan a cambiar de manos. Es por eso un tanto desalentador imaginar los próximos años y la expansión de la inteligencia artificial utilizada para equilibrar un poco las desigualdades económicas y sociales que padecen miles de millones de personas en todo el mundo.
El capital, en una nueva fase de su evolución, intenta multiplicarse como nunca antes, en principio, haciendo intervenir a la menor cantidad de seres humanos posible.
(*) Periodista