Por Juan Ignacio Ruíz (*).- El gobierno francés evacuó días atrás el campamento de Calais, un depósito de personas que sobran en este mundo. Llegaron hasta allí porque también sobraban en sus países de origen: Sudán, Afganistán, Eritrea, Libia, Egipto, Malí, Siria, naciones que también parecen estar de sobra. Países que, en mayor o menor medida han sufrido el intervencionismo estadounidense, con sus aliados franceses y británicos entre otros.
Al campamento de Calais lo apodaron “La Jungla”. En esa jungla no hay fuertes y débiles, sólo de estos últimos. Todos inmigrantes, todos refugiados. Unos seis mil en total, de ellos dos mil menores de edad, todos sobrantes de un mundo que tiene cada vez más gente de sobra.
Ahora buena parte de los desamparados de Calais acampan en el norte de París, a unos minutos de la torre Eiffel, Champs Elysees y el Arco del Triunfo. Mientras tanto el gobierno francés apura ideas para reubicarlos en otro lugar, si es posible fuera de sus fronteras.
Apenas unos 300 menores que habitaban “La Jungla” lograron el salvoconducto hacia Londres para reunirse con sus seres queridos, otros fueron reubicados, pero casi ninguno ha logrado llegar a la capital británica, a donde la mayoría intenta llegar.
Los días, las semanas, los meses pasan y cada son más los que sobran, pero que recorren miles de kilómetros tratando de ser necesarios en algún lugar. Mientras tanto, las grandes potencias guerreristas del mundo siguen con sus procesos de “democratización” en África y Oriente Medio a sangre y fuego.
(*) Periodista