Fue llevada
desde su domicilio junto a su marido, también periodista, Oscar Barros. De acuerdo al testimonio del sereno del edificio
donde vivía la pareja, esa madrugada de
mayo de 1977, varios hombres fuertemente armados recorrieron los pasillos hasta
dar con el departamento de los periodistas.
Una vez allí, se dedicaron a destrozar lo que quisieron y se llevaron casi
todas sus pertenencias. Lucina alternaba sus tareas de docente con las
colaboraciones periodísticas en la revista
Barrilete.
Secuestrada en mayo de 1977.